martes, 16 de enero de 2018

PARTIR ANTES DE TIEMPO

Leí una vez, que el hombre nace sin su consentimiento y perece en contra de su voluntad. Es la ley de la vida, pero en muchas ocasiones las leyes no se cumplen. Están los que en contra de toda ley, deciden partir antes de lo que uno cree que el destino les tiene decretado, porque cabe pensar que también la decisión de "apartarse a un lado", esté destinada.
Se cumplen cuatro meses que nos adelantó con paso largo camino hacia el cielo, mi tío. Tardé tiempo en escribir estas letras, no sé muy bien la razón. Quizá la rabia, quizá la tristeza o quizá el no haber encontrado un razonamiento que aún sigue perdido en los laberintos de mi mente.
Una llamada telefónica hizo que se quebrantaran mi cuerpo y mi alma. Mi tío, mi buen tío, sin previo aviso, se hizo a un lado de esta vida que nos vive y aparcó aquello que lo atormentaba.
Siempre he oído hablar que el suicidio es cobardía, desde el campo de la Psicología, aquellos que lo hacen no desean quitarse la vida, quieren acabar con el sufrimiento. No obstante, no lo puedo juzgar... ¿quién soy para juzgar una decisión de esa índole? Llevo mi mochila, y a veces, no puedo con ella, ¿quién soy para decirte cómo has de llevar la tuya?
Por un tiempo, juzgué la decisión que había tomado mi tío, mejor dicho, lo juzgué a él. ¿La rabia, la impotencia, la tristeza? Me embargaron emociones y me dominaron. Nunca me había visto en esta tesitura y les aseguro que escuece. Aunque me golpearan fuerte esas emociones, no soy nadie para meterme en la piel de mi tío y pensar en la obligación de que debió escoger otra vía. Ahora sólo me apetece sentarme en el cementerio y acompañarlo mientras me recreo con los recuerdos. Supongo que ya es parte de la aceptación de que ya no esté (fisicamente), entre nosotros.
Fue la primera vez que llevé el peso de una caja fúnebre, y una vez introduces la madera en el agujero, el peso te hunde mucho más, pero también es cierto que te embarga la tranquilidad de haberle ayudado en ese último instante... emociones encontradas que no pueden ser descritas.
Mi tío, no era un tío cualquiera, al menos para mí. Era risas, bromas, fútbol, cenas, café, conversaciones, ayuda... todo eso que puedes encontrar en un amigo incondicional. Como hijo de buen vecino, tenía sus sombras, pero cuando uno ama de verdad, ama la luz y la oscuridad.
La vida de una persona se compone de sombras y luces. Cuando una de ellas se va y más de forma repentina, por compasión deberíamos quedarnos con el lado que aporta luz, o al menos, eso quiero hacer yo.
Me quedo con su lado empático, amoroso, paciente, bondadoso, ese lado de la moneda que no queda eclipsado por el otro, pues como comenté, somos luz y oscuridad. Me quedo con el mejor momento de nuestras vidas, y ya empiezo a entender que las pérdidas ponen en jaque nuestro sentido de la vida, así como nuestro sistema de creencias y valores. Pero nada va a cambiar, porque el que escribe, habla con dolor, tristeza, rabia y pena, mucha pena.
Querido tío, también te quiero mucho como decías sin que la vergüenza te lo impidiera, y deseo que estés donde estés, hayas encontrado la paz que en vida no encontraste.
Hoy entiendo mejor que quien no acepta la muerte, no puede aceptar la vida.