Existen momentos en la vida donde ésta golpea, y digo la
vida porque hace unos días nos dejaba unos de los mejores cantautores que ha
tenido este país, Manolo Tena, y en una de sus frases pude leer: “Uno piensa
que vive la vida a su manera, pero es mentira, la vida te vive a ti. La vida me
ha llevado donde menos esperaba”.
Después de pasar por ciertas aduanas a lo largo de mi
trayectoria y leer ese párrafo maravilloso de Manolo Tena, subrayé lo que ya
venía escribiendo en los laberintos de mi mente, la vida nos vive y a veces
golpea, pero no podemos tomarlo como algo personal.
Recuerdo cuando era un crío, un día estaba tumbado en el
sofá viendo la tele y vi entrar a mi padre con la mano empapada en sangre. Mi
corazón se aceleró y corrí detrás de él mientras buscaba a mi madre para que
ella le dijera que metiera su morena piel bajo el grifo y comenzara a lavarse.
Cuando paró aquel “accidente”, nos contó que delante del coche que conducía, un
perro se le cruzó, y sin apenas darle tiempo de pisar el freno, le golpeó. Creyó
que el animal no tenía más que un golpe bajándose para auxiliarlo junto a su
dueña, y en un intento de coger al “chucho”, este reaccionó con una mordida.
Ha pasado el tiempo, ese episodio me hizo ver que a veces
quien está herido ataca. Pero no es un ataque en sí, sino una defensa por verse
vulnerable.
Volviendo al inicio del texto, cuando comentaba que la vida
golpeaba, es que también me he llevado algunos golpes que me han ido
transformando, cada vez más, en un ser impermeable. Sé que me queda mucho para
llegar a ese nivel de impermeabilidad, pero saber que estás en el camino ya es
un gran paso.
No somos ni soy el centro del mundo, y quien nos ataca
tampoco lo es. Estoy en ese proceso de entenderme y comprender que hoy, puedo
estar triste, enojado, aburrido, inseguro, y eso no tiene que ver contigo por
si en ese instante muerdo. Al igual que empiezo a deducir que tu mochila pueda estar
cargada con las mismas emociones y dispares contra mí, y eso no tiene nada que
ver conmigo.
Cierro estas letras con esta maravillosa y sabia frase: “No hace daño quien quiere, sino quien puede”