lunes, 10 de octubre de 2022

TRABAJAR LAS DEBILIDADES EN LA RELACIÓN DE PAREJA

El amor de una relación sana sólo es posible cuando dos personas se comunican entre sí desde el centro de su existencia. Y el centro de la existencia es la conexión con nuestros valores más profundos. Cuando uno llega a ese punto, su relación de pareja la construye sobre los cimientos de la relación que tiene consigo mismo. Cimientos tan importantes como el respeto, el cuidado, la admiración, la comunicación, la confianza, la integridad y evidentemente; "el amor". Ahora bien, tenemos que tener claro que una relación sana no es una relación perfecta. Toda relación tiene sus debilidades, por la simple razón de que las personas no somos impecables. Lo importante no es que una relación de pareja tenga debilidades o no, lo que define una relación saludable, es que esté interesada y dispuesta a trabajarse. Las debilidades no son necesariamente síntomas de inmadurez. Pero la relación se marchita si llegada una crisis, no se afronta con objetividad y sensatez porque conduce a un empobrecimiento del vínculo. Toda relación se apaga si el abordaje de las dificultades nos arrastra a la frustración y a la incomunicación permanente. Podemos poner todo de nuestra parte para vencer los desajustes y construir una relación más compleja y sinérgica, pero, si la otra parte se resiste, debemos decidir hasta cuándo estamos dispuestos a seguir pedaleando en solitario. Muchas veces, no son incompatibles las personas sino el tipo de relación que establecen.

¿SE PUEDE AYUDAR A ALGUIEN QUE ESTÁ SUFRIENDO?

Jamás podremos sobrellevar por otro ni un solo gramo de su "cruz" y nadie tiene un vendaje para detener las lágrimas de sangre ajenas ni yeso para las fracturas psíquicas. Cuando sufrimos, debemos ser conscientes de que es una experiencia que vivimos en soledad. ¿Existe una palabra que podría consolar una pérdida? ¿Existe un abrazo que sane un dolor que nos perfora por dentro? Evidentemente los gestos son por sí mismos estériles, pero no lo es el amor que los impulsa: - "Estoy contigo". -"Cuenta conmigo". Lo que sí tenemos es nuestra existencia para acompañar al otro, y así; apaciguar el dolor ajeno. No podremos sanarlo, porque nadie puede salvarnos ni nosotros podremos salvar a nadie. Pero una de las maneras más eficaces de acompañar es ser honestos sobre lo que podemos ofrecer, y en este punto entra en juego nuestra presencia y la empatía. Escuchar al otro, estar a su lado... quizá no podemos ayudarlo; pero sí podemos acompañarlo hasta el límite de su miedo: donde él mismo habrá de responder: "Sí". Y elegirse para vivirse. En esos momentos de vulnerabilidad daremos valor y comprensión a una mirada que nos acoge, a una mano cómplice en nuestro hombro. Siempre la presencia y el amor cuidan.