lunes, 5 de abril de 2021

EXISTEN DOS TIPOS DE PERSONAS

Existen dos tipos de personas que pasan por nuestra vida. Están los que transitan el camino de la mente y están los que recorren el camino del corazón. De los primeros solemos olvidarnos, pues la mente disipa con el tiempo. Sin embargo, el corazón memoriza a quien nos hizo sentir los mejores latidos. Y aunque alguien se vuelva "invisible", el corazón latiendo le hace oír el bello sonido de la eternidad. Así que abramos las puertas de nuestro corazón y veamos quien merece quedarse dentro. Le agradezco mucho a la vida por recordarme que hay lugares que no podemos olvidar porque nos llevan al corazón.

SER UNO MISMO

Dijo Ray Bradbury: “No soy nadie; soy solo yo mismo. Donde quiera que esté soy algo, y ahora soy algo que no puedes impedir”. Con los años (y las experiencias), llega un momento donde uno para y se acentúa la autorreflexión... Con ella, he llegado a la conclusión de que es una maravilla; "vivir tu vida acorde a tu forma de ser". En ocasiones, tenemos que pararnos a pensar por qué queremos lo que queremos. Las metas externas guiadas por sentimientos de vanidad o por la necesidad de ser alguien, pueden alejarnos de nuestros verdaderos deseos y sobre todo; de nosotros mismos. La cuestión en sí, es preguntarse: "¿Eres la persona que querían que fueras o has conseguido ser quien eres?" Ser uno mismo significa tomar contacto con nuestras capacidades y desarrollarlas en base a nuestros dones para ponerlas al servicio del otro y de uno mismo. Edward Young en su obra; "Night Thoughts (Pensamientos nocturnos)", dijo: "La vanidad es hija legítima y necesaria de la ignorancia". En palabras de este autor, el hombre es un ciego que no sabe verse a sí mismo. Cegado por la vanidad, la soberbia, el ego... Y esa imperiosa necesidad de ser alguien, nos empuja a valorar a los demás basándonos en sus logros, posesiones, aspectos y otros baremos impuestos por el ego. Pero en realidad, “ser alguien” no tiene nada que ver con "méritos externos". Nos olvidamos que la verdadera acción es movida por el amor y la humildad. Eso nos acercará más y mejor a ser quienes realmente somos. A vivir sin caretas... "Si para ser alguien hay que traicionarse, es mejor ser uno mismo".

AMOR EXPRESS

Hoy día, es mucha la insatisfacción que oímos en los hombres al formar relación con una mujer y de las mujeres que lo hacen con los hombres. En gran medida, se debe a que conectamos con los demás a velocidad de "fibra óptica". Una búsqueda imperiosa de encontrar a esa persona que queremos en nuestras vidas, y que creemos que le dará sentido a nuestra existencia. Un vacío que llenaremos pagando con unos intereses muy altos: "Constante vaivén de emociones, desilusión frecuente, inexistencia de proyectos e incluso posibles infidelidades". Nos olvidamos que nos unimos con los demás de forma "honesta", cuando sintonizamos con la misma frecuencia. A quien no vibra de forma semejante a la nuestra, lo soltamos rápidamente; y, si no lo hacemos, es porque, bajo las supuestas diferencias, nos une al otro una dependencia que se retroalimenta (relaciones yonki-camello). Puede que no siempre sea fácil y rápido encontrar a quien nos acompañe y complemente en la vida de manera mutua, pero esa dificultad, se debe a que elegimos al otro para formar pareja siendo más conscientes. Todo este proceso es una invitación para darnos cuenta de que, nuestra energía deberíamos canalizarla en "la conexión sana con el otro; y, sobre todo, con nuestros propósitos: "el horizonte de ese viaje y la compañía"

NOS AGREDIMOS...

En la vida, no somos conscientes de que nos agredimos constantemente cuando: Consumimos sustancias tóxicas: tabaco, alcohol, comida en exceso... Cuando nos evadimos de la realidad con sexo. Cuando nos apegamos al dolor del pasado (sin saber que solo vale mirar atrás, para aprender y no para asignar culpas o autoculparnos). Cuando nos enganchamos a relaciones insanas. Cuando no expresamos todo aquello que deseamos. Cuando nos quejamos y no hacemos nada al respecto para cambiar. Cuando traicionamos nuestra palabra. Cuando no damos ese abrazo que florece dentro de nosotros. Cuando odiamos a otra persona. Cuando nuestros miedos son más grandes que nuestro amor. Cuando no realizamos lo que nos hace sentir felices y nos mantenemos en lugares o situaciones donde no podemos ser nosotros. "Sólo si nos escuchamos, nos expresamos, nos cuidamos, nos abrazamos, nos queremos... solo así, viviremos de forma sana"

LOS MIEDOS EN LAS RELACIONES

Cuando nos adentramos en el maravilloso mundo de la pareja, suelen activarse los miedos y se los atribuimos al otro para protegernos (proyección). Una forma de conseguir mantenernos en nuestra zona de confort, sin ser conscientes, de que la puerta más segura, es aquella que dejamos abierta. Hay dos maneras de relacionarnos con nuestros miedos: .La primera es verlos como debilidades que nos prohíben vivir y nos debilita. Un muro que nos encierra y nos separa de una vida más plena. No es extraño entonces que nos culpemos y nos castiguemos por autosabotearnos. .La segunda es verlos como el momento embrionario de un nuevo proceso interior (y exterior), que se está desarrollando. No los percibiremos entonces como un muro que nos aísla, sino como una puerta que se abre despacio a espacios más abiertos que los que ahora habitamos. Nos dejamos llevar tan a menudo por la convicción de que estamos ante un muro porque, ante los miedos encontrados, experimentamos sufrimiento. Sin embargo, el sufrimiento es como un capullo, es decir; "la fase cerrada de la floración". En el bloqueo, la inseguridad y el miedo madura la transformación interior como en el capullo anidan la flor y su fruto. Regarlo, ponerlo al sol... Toda nueva vida brota con dolor y tu dolor grita y llora que estás vivo. Tú decides: "Vivir como un avestruz (escondiendo la cabeza) o hacerlo como un águila (renace incluso cuando perece envejecer)"