martes, 14 de diciembre de 2021

EXPRESAR LAS EMOCIONES

Todos en algún momento, por diferentes razones, hemos preferido mantener silencio, contenernos en una situación concreta. En casos puntuales es necesario, por ejemplo; para evitar una discusión. El problema llega cuando esto se convierte en una rutina en nuestra vida; ignorar, negar o evitar las emociones puede generar efectos negativos. No expresarlas hacen que suban en intensidad, despertando en nosotros conductas desadaptativas para intentar neutralizarlas. Estos comportamientos pueden ir desde la rumia (reflexión excesiva), hasta estrategias de evitación (alcohol, drogas, medicación, sexo, etc). Al evitar expresar nuestras emociones, lo que conseguiremos es fortalecerlas, aumentando con ello la agresividad en nosotros. Esto puede generar muchas enfermedades en el cuerpo y en la mente. Nos educan para conocer el Universo, los secretos de la vida, la materia y quizás a Dios, y se olvidan de enseñarnos la manera de comprender nuestra alma. Expresar las emociones tiene que ser una parte fundamental de nuestras vidas y de nuestras relaciones, tanto con los demás como con nosotros mismos. Hacerlo nos ayudará a llevar una vida más liviana en todos los sentidos. Las emociones y sentimientos son una imprescindible fuente de información: nos guían, nos ayudan a dar sentido a lo que pasa en nuestra vida, a nuestro alrededor, y sobre todo: "a ser quienes realmente somos".

SABER ACOMPAÑAR

En algún momento de nuestras vidas, pasaremos por situaciones donde nos sentiremos desbordados, y muy probablemente, necesitaremos de alguien que esté a nuestro lado, o también, seremos ese alguien que acompañe en un proceso donde haya oleaje en el alma. Cuando nos toque acompañar, sería conveniente saber hacerlo. En muchas ocasiones, nos sentiremos tentados a dar consejos sin que nos los hayan pedido, y dar consejos, nos coloca en una posición de cierto prestigio, autoridad, sabiduría, e incluso; "poderío" (un juego enriquecedor para nuestro ego). Sería sano que sólo diéramos consejos si nos los piden. Es importante saber que el que sufre necesita: .Espacio: Escuchar y atender. Sin urgencia ni presión para dar un consejo. Dejemos que el otro se desahogue, que descargue y, sobre todo, que sea al ritmo que necesite... El malestar no es tuyo. .No juzguemos: Evitemos frases como: "No entiendo porqué lo haces si siempre terminas igual". "Te lo advertí". "Tendrías que haberlo hecho de otra forma”. Nunca minimices el dolor o el sufrimiento de la otra persona. .No demos consejos ni lecciones: Tratemos de no solucionar los problemas del otro sin que nos lo hayan pedido. Preguntemos en qué podemos ayudarle y qué necesita. .Apoyo: Hagámosle ver que es válido que se sienta así. Si aceptamos cómo se encuentra la persona, esto ayudará a que vea que esa sensación que está sintiendo es natural y está bien que lo sienta. .El contacto físico ayuda: Abrazarle o mostrarle apoyo con una caricia, es bastante reconfortante. A sabiendas que la otra persona quizá lo rechace... Pero no olvidemos que no nos rechaza a nosotros. .Y lo más importante, si creemos que esa persona necesita un acompañamiento profesional, es importante que no se lo propongamos de una forma directa, ya que se puede sentir atacada. Preguntemos cómo se siente llevando su proceso solo/a. Proponiéndole si ha pensado en pedir ayuda o apoyo. Como dijo Alejandro Jodorowsky: “Tratando de ayudar, podemos hacer daño al obligar a otro a recibir algo que no nos pidió. Además cuando insistimos en dar un consejo a alguien que no nos lo ha pedido, en realidad nos lo estamos dando a nosotros mismos”.

AMOR VS MIEDO

Las personas somos emociones, pensamientos y actos. Pensamientos ligados a una emoción o a un hecho que conecta automáticamente con nuestras emociones. No obstante, existen emociones como el miedo que hace que la vida sea un camino de espinas. Hay dos maneras de transitar este camino punzante con nuestros miedos y nuestras inseguridades. .Una de ellas, es verlos como una debilidad que nos perfora el alma y hará que construyamos una armadura que nos proteja de la vida (sin ser conscientes de que nos aleja de ella). .La otra manera de verlos, es como un proceso interno de crecimiento. Entonces, ya no los vamos a ver como algo que nos aísla del mundo. Nos dejamos arrastrar por la convicción de que estamos ante un muro porque, ante el miedo, experimentamos sufrimiento. Sin embargo, el sufrimiento es "el pasaporte hacia la libertad". Recuerdo aquí, una maravillosa frase de Leonard Cohen: “Todo tiene una grieta, y es así como entra la luz”. Lo que está roto, lo que está fragmentado, no tiene por qué impedirnos avanzar en nuestra vida... Las roturas se sanan, pero sanan con amor. Si somos conscientes de que el miedo es el asesino del corazón, debemos transformar la emoción del miedo por el amor. Para que ese cambio se genere, tenemos que promover la aceptación. Del mismo modo que un músculo para fortalecerse tiene que sufrir, nuestras emociones, nuestra alma, debe vigorizarse, y así, también debe soportar cierto grado de sufrimiento. La primera de Las Cuatro Nobles Verdades del Budismo; es la verdad del sufrimiento. Una verdad que se puede rechazar o aceptar como una parte inevitable de nuestra condición de humanos. Y cuando se aprende a aceptar, incluso a abrazar, las experiencias difíciles, el sufrimiento se convierte en una herramienta, en un instrumento de amor para crecer. Por eso, quien ama no teme. Se despoja de toda armadura y se entrega a la experiencia. La niebla se disipa, sueltas amarras y comienzas a navegar mar adentro! Ya nada puede hacerte perder el rumbo, ya nada puede herirte...

EL BALCÓN DE LA VIDA

Si te asomas al balcón de la vida... ¿Qué crees que desea enseñarte? La vida nos enseña a amar, a soñar, a respirar, a escapar de la "realidad", a superarte, a caerte y volverte a levantar. A saber quien te quiere de verdad y a quien solo le interesas. A no cubrir nuestras carencias con cosas materiales. A saber el valor de una buena compañía, el calor de un abrazo honesto, de una mirada cómplice. La vida nos enseña que esto es un regalo más, pero fugaz. Nos enseña a sentirnos, a comprendernos, a cuidarnos. Nos enseña a rodearnos de personas que sumen, que compartan, que sonrían... En definitiva, la vida nos enseña desde su balcón, que con cada movimiento (por pequeño que sea), hacia la autenticidad y la sinceridad nos quitaremos una carga, y con ello, haremos un espacio interior que se llena de energía para sumar vida a la vida. No olvides: "El precio que pagas por tus elecciones es el valor de las opciones que descartas". ¿Hasta qué punto hay vida en lo que vives?

LA PAREJA NO ES UNA PRISIÓN

Cuando dos personas se eligen para compartir una relación sana, nutritiva y adulta, trascienden episodios que les hacen crecer a nivel emocional y psicológico. Conseguido el objetivo de haber fabricado de forma sólida un vinculo a fuego lento, toca trabajar para no caer en la trampa de la creencia de que el amor es una "prisión". La pareja no es una cárcel, ni un lugar donde quedarnos atrapados. Es un camino de crecimiento y aprendizaje para los dos. Es sin duda, uno de los más hermosos y nutritivos trayectos que se pueden escoger. Así como el fuego tiene su triángulo: "calor, combustible y oxígeno". La vida en pareja necesita también del suyo, tiene que tener, ante todo; "oxígeno", porque si no lo tiene, es como el fuego, se extingue. Conseguir que no se extinga esa llama, se logra creando un espacio propio que nos permitirá mantener un equilibrio entre nuestras necesidades y las de la pareja. Enriquecerá aún más la relación entre los dos miembros, y por consiguiente, ayuda a disminuir el nivel de exigencias hacia el otro.

miércoles, 27 de octubre de 2021

NO DEJAR DE SER TÚ EN UNA RELACIÓN DE PAREJA

En una conversación entre amigos, hablábamos sobre las relaciones y la razón por la cual, en la mayoría de los casos, uno de los miembros solía cambiar desde que se "emparejaba". Cuando me preguntaron mi opinión, les expuse que de ser así, esa relación no podría ser sólida, sana, ni madura. Mi idea, se basa personalmente, en que un amor sano en una relación de pareja, se construye con madurez. Es un encuentro de dos personas centradas en sí mismas que deciden compartir un camino juntos, sin renunciar a ser quienes son realmente. La otra persona puede ser muy importante en mi vida. Puedo amarla mucho y ceder parte de mí para acercarme a ella, porque además de amarme a mí, también amo a la otra persona. Pero no me gustaría que me diera a elegir entre los dos (ella o yo), porque la elección la tendría clara. Hablo de amor propio no egocentrismo. Se trata de querer compartir. Y evidentemente no nacemos sabiendo lo maravilloso que es disfrutar compartiendo desde el amor sano y maduro, tampoco es obligatorio... pero se puede aprender. La otra persona no nos puede obligar a que nos guste el cine, el teatro, la ópera, el sexo tántrico... pero si cedo parte de mí, porque considero que vale la pena compartir juntos, aprendo, crezco y "educo" el gusto. Y ahí, va a crecer la posibilidad de que me gusten esas cosas que a la otra persona le atraen. Si se hace de forma recíproca, vamos a poder disfrutar. De esta manera, no estoy cambiando por la otra persona, estoy realizando una transformación interna de crecimiento para no privarme de vivir la vida, de aligerar el camino y mirarnos a los ojos sonriendo. No lo hago por la otra persona, lo hago por mí. Opino que de esta manera, sabremos discernir, porque de lo contrario, todo esto lo haría por la otra persona y estaría perdiendo mi autodependencia. Ya mi hechos, mi actitud, no dependerían de mí, sino de lo que la otra persona necesita. Y entonces, sin darnos cuenta, nos iríamos volviendo dependientes. En definitiva, el amor por la otra persona se genera y se nutre, pero empezando por el amor a uno mismo. Porque el amor tiene que ver con la posibilidad de verse en el otro. Cuanto más disfruto mi vida, cuanto más me cuido, más me "mimo"... más entrenado estoy para amarme y a la vez, amar a la otra persona.

martes, 5 de octubre de 2021

AMAR ES CUIDAR

Una maravillosa forma de saber si nuestra relación de pareja, nuestro vínculo con el otro, es realmente sano, es evaluar nuestra disposición de cuidarla. No se trata solamente de respetar, apreciar, confiar, admirar... es sobre todo, observar si somos capaces de satisfacer sus necesidades y demandas. Hablo de empatía, amistad, cariño, tiempo compartido y apoyo; dar, escuchar, abrazar, ayudar, en definitiva: "proporcionarle las herramientas necesarias (internas y externas) para que sea capaz de responder a ellas por sí mismo, sin necesidad de nosotros, porque entonces podríamos crear una relación de dependencia". Uno cuando se compra un coche nuevo, suele "pulirlo" sin descanso. El que tiene en casa un jardín, lo protege de las malas hierbas", unos padres aman a su hijo y les dan de corazón lo mejor de sí mismos. La pregunta es; "¿Ofrecemos nosotros las mismas atenciones hacia nuestra pareja?" No se trata de esforzarnos por "hacer feliz" a nuestro compañero, ni de agobiarle, ni de sobreprotegerle o hacerle depender de nosotros. Eso sería "desprotegerle". Si hacemos que el otro no se valga por sí mismo, estaríamos "castrándole" y empezaríamos a generar una posible relación: "yonki/camello". Se trata simplemente de permanecer disponibles, atentos y abiertos a la otra persona, ya que ha decidido regalarnos su compañía y también, por supuesto: su tiempo. Y ante todo, un ingrediente primordial: "Su aceptación a nuestro amor y nuestro cuidado". De no ser así, no podemos perdemos cuando nos esforzamos por buscar al otro y no nos ve. Sería dilapidar nuestro tiempo y el tiempo es vida. No olvidemos; "El amor es como una planta, cada gota le ayuda a crecer".

jueves, 23 de septiembre de 2021

LA FELICIDAD

Para la Psicología; la felicidad se puede definir como una combinación entre la satisfacción que una persona tiene con su vida personal y el bienestar mental que siente en el día a día. El concepto de felicidad es difuso y su significado puede variar para distintas personas y culturas. Personalmente comprendo que la felicidad no es un estado permanente de bienestar (todos los estados de ánimo son transitorios). La felicidad es más bien, una actitud que nos conduce a la comprensión, a la aceptación de lo que la vida es; con sus luces y sus sombras (dando por hecho un estado de salud óptimo a nivel físico y psicológico). Todos hemos oído la conocida frase: "Si no eres feliz con lo que tienes tampoco serás feliz con lo que te falta". Lo entenderemos mejor, cuando seamos capaces de discernir que la felicidad no depende de poseer un capital ilimitado de posesiones, sino de sostener el vinculo de contemplar la vida, compartirla con los demás, crecer en ella tanto en lo bello como en la adversidad. De ahí, que existan personas pobres y enfermas que, aun en la dificultad, son felices; y personas sanas y ricas que, aun en el confort que el dinero les aporta, son "desgraciados". Es por ello, que puedo estar triste siendo feliz y puedo estar contento siendo infeliz. Ya advirtió Carl Jung: "El término "felicidad" perdería todo su significado si no fuese compensado por la tristeza". En definitiva, contemplo la felicidad siempre bajo el techo de la tranquilidad, y también la vinculo a la disposición que tiene el individuo de acoger lo inevitable y el compromiso de actuar conforme a nuestros verdaderos valores. Entonces la vida no solo es vivida, sino que le damos sentido: "El sentido de la felicidad"

ES FÁCIL ENAMORARSE Y DIFÍCIL MANTENERSE ENAMORADO

Enamorarse es encontrarse con esa persona con la que deseas compartir la vida. Pero se puede caer en la utopía si pensamos que el enamoramiento funciona con el piloto automático. No, no funciona así... en una relación de pareja, hay que coger el volante con los cinco sentidos y corregir, pulir, limar, retocar y sobre todo; "reconducir". De esta manera aspiramos a mantenernos enamorados. A ese amor posible se llega si ponemos en dicha "empresa" lo mejor que cada uno tiene. Casi nunca se llega en la vida a un amor pleno, pero hay que intentarlo cueste lo que cueste (a brazo partido pero sin partirse el brazo). Lo que queda evidente, es que no se puede vivir sin amor. Venimos a esta vida a dar amor y a recibirlo. Para que esa combinación se de, hay que tener en el corazón un amor grande y tratar de alimentarlo de forma sana. Lo conseguiremos si se busca el bien y se ama de forma saludable; y se ama así, cuando se quiere el beneficio de quien nos acompaña, lo mejor para esa persona con la que hemos tropezado. Una vez hemos llegado a este punto, uno encuentra en el otro; una cueva de armonía, apoyo, orden mental, serenidad y un hombro donde se puede descansar. Como dijo John Lennon: "He experimentado de todo, y puedo asegurar que no hay nada mejor que estar en los brazos de la persona que amas".

miércoles, 1 de septiembre de 2021

LA CONVIVENCIA

Cuando una relación alcanza la meta de la convivencia, se adentra en un nuevo mundo para la pareja y para uno mismo. Se encuentran con una realidad osada por la cual dos personas, con dos historias muy distintas, comienzan a compartir y a compartirse en el punto máximo o inflexión de un trayecto que comenzó en la fase del enamoramiento. No podemos negar la evidencia; la vida diaria en la convivencia es dura y enigmática. Exige esfuerzos para aceptar al otro como es, y a la vez, adaptarnos a un nuevo paradigma en la relación con el otro. No podemos obviar que convivir es, ante todo, compartir. Tomar parte en la vida ajena y hacer partícipe al otro de la propia. Es una prueba en la que demostramos muchas cosas íntimas de nuestra forma de ser, y en definitiva, el destino final de cualquier pareja. Existen cinco puntos claves para conducir una convivencia sana: 1. El conocimiento de uno mismo: Cuando uno se conoce, tiene bien estudiadas las coordenadas de su psicología. Conocer las cualidades y los “defectos” propios constituirá la base para aportar soluciones, y así, “resolver” cualquier borrasca que ineludiblemente habrá en la vida compartida. Para llegar a ese nivel de conciencia uno debe alcanzar la madurez, porque la madurez es también un ingrediente que representa una condición sine qua non para que la vida compartida pueda transcurrir por los cauces adecuados. 2. El esfuerzo: El trabajo diario para fortalecer la relación es clave. Pulir, limar, y sobretodo; saber rectificar juntos aquellos aspectos que dificultan o impiden el trato con cariño en la relación. De esta forma, la convivencia se aligera y adquiere un grado más armónico. 3. La comprensión mutua: Para la convivencia sana son imprescindibles dos puntos: Entender (tender hacia el otro) y comprender (ponerse en el lugar del otro). Entender y comprender al otro es abrazarlo con nuestro corazón. La convivencia debe ser argumental: del diálogo, de la comunicación, temas de conversación que fabricarán un puente para atravesar la “geografía conyugal”. 4. El respeto: La vida es roce y el roce sin cariño produce erosión en la pareja. El respeto es atención, consideración, comprensión, que hará tener en cuenta al otro, apreciándole en lo que vale. Aprender a escuchar al otro, a dejarle hablar, expresarse (emociones), es una de las facetas más importantes en la convivencia. 5. La sistematización: En este tiempo presente, tanto en la vida personal, como en las relaciones, todo va muy deprisa. Y en altas velocidades es muy fácil accidentarse. Es por ello que necesitamos un orden, porque así, todo resulta más sedante. Por tanto, lo conveniente es centrarse en una vida más precisa cada día, y poner allí lo mejor que uno posee. Porque la vida en pareja se fabrica con detalles pequeños que la harán grande. En definitiva, la convivencia es como un termómetro que mide la altura, la anchura, la profundidad de la personalidad de cada uno. Es ahí, donde florece el momento en el que sale lo que cada uno lleva dentro, de ahí, la importancia de la madurez. Si juntos nos acompañamos de forma madura y sana, seremos capaces de armonizar las tormentas que se originan en este inmenso océano donde hemos decidido navegar.

EL SEXO EN LA PAREJA

Nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestra mente son un todo que fluye en una constante interrelación de elementos. No puede existir una armonía mental si no existe una armonía con el cuerpo y las emociones. Por tanto, no puede haber una "sexualidad sana" en una relación de pareja, si no existe dicho equilibrio en cada miembro de la dupla. Sabemos, que hoy día existe cierta tendencia a idolatrar el sexo. En el "océano" donde navegamos cada día, la sociedad ha instalado la idea de que conseguir sexo con la persona que deseas (no amas), es un trofeo. Y quizá una búsqueda de placer efímero. Sexo sin compromiso. Un "contrato" poco apetecible para los que adoran un relación estable, y así, compartir en compañía para edificar juntos; un "proyecto". Si nos centramos en la sexualidad en la pareja, sabemos que el sexo es un componente fundamental para mantener viva la llama que da luz y calor a la relación. La sexualidad en las "relaciones de parejas sanas", es la expresión directa de entrega de una persona a otra. No solo ofreces el cuerpo, también toda tus vivencias, experiencias, cicatrices, miedos y muchas emociones. De ahí, que la vida sexual en la pareja debe irse acoplando y trabajandose a medida que pasa el tiempo. Y con el transcurrir de este, uno pueda cuidar y acompañar al otro en todo en esta maravillosa experiencia. De no ser cuidadosos y respetuosos con nuestra pareja, corremos el riesgo de que todo se diluya y la relación no termine de prosperar. El error más común y más grave que podemos cometer, es reducir el sexo a un bien de consumo. A buscar a nuestra pareja para satisfacer nuestras necesidades y no hacer de la sexualidad; un juego compartido. En la "sexualidad sana" se mezclan: la ternura, la complicidad, la delicadeza, la pasión, el deseo y como no; el amor. Y aquí, llega el problema: cuando el deseo se minimiza, queriendo tener sexo con nuestra pareja solo en momentos donde deseamos complacernos (egoísmo). Entonces la fusión tiende a desaparecer. El otro empieza a sentirse como una "marioneta". Para que las "oscuras nubes" no apaguen la luz de la relación, tenemos que conseguir que el deseo, la pasión y el amor combinen en armonía. Es como "espiritualizar la sexualidad" con nuestra pareja; con admiración, idealismo y dulzura. De esta forma, la relación se mantiene envuelta en una perenne frescura y un perpetuo romanticismo por el cual tu pareja (y tú mismo), será tratada no como un objeto de placer, sino como un objeto de amor. Su valor como persona será siempre superior al valor del placer.

LA ESPERANZA

Desde el campo de la Psicología se ha definido la esperanza como una emoción, y también, como un estado mental y motivacional. Un rasgo cognitivo, una mentalidad que nos permite plantearnos nuestra vida sin miedos. Una fuerza que inspira a seguir, que nos lleva a ser perseverantes. Retomando su significado, la esperanza nos ayuda a mantener la convicción de que es posible alcanzar lo “imposible”. Las últimas veces que he charlado sobre el tema de las relaciones de pareja con amigos (tanto mujeres como hombres), me muestran su pereza a la hora de volver a comenzar un vínculo que les una a otra persona. No les quito razón a su parte de realidad. A cierta edad y con ciertas experiencias, se acentúa la dificultad de “tropezar” con una pareja que cumpla con nuestras "expectativas". Quienes desean fusionar su vida a una actual relación, vinculan gran parte de su crecimiento personal, su experiencia, su historia y su futuro proyecto de vida, al de su nueva pareja. Es cierto que esta nueva aventura puede producir una apatía que genere resistencia a salir de nuestra zona de confort. Bien, porque un "nuevo miedo" se ha instalado en nosotros, evitando así, volver a sentir experiencias con otra persona y también con nosotros mismos. Es ahí, cuando debemos "regar la esperanza". Encontrarnos viviendo una nueva experiencia con una persona que desea respirar el mismo aire que nosotros, un aire envuelto en el compromiso, la honestidad, la lealtad, la fidelidad y la confianza, nos dará esa energía extra para adentrarnos con más fuerza en el maravilloso mundo de dos personas, que se eligen para compartir. Donde el respeto, la comprensión, la aceptación y la comunicación, les nutrirán para sembrar de nuevo en un terreno pulcro. Si permitimos que se derrumben esos muros que fabricamos solo para protegernos y hacemos frente al escepticismo amoroso, sentiremos como nos atraviesa la ilusión por caminar junto a esa persona que llegó a nuestra vida para escribir una nueva página o quizá, el libro entero. No olvidemos que detrás de la esperanza, está el deseo, y cómo dijo Séneca: "Los deseos de nuestra vida forman una cadena cuyos eslabones son las esperanzas".

jueves, 5 de agosto de 2021

ACARICIAR LA HISTORIA DEL OTRO

Cuando miras, besas y acaricias a alguien, miras, besas y acaricias también su historia. En el contacto, despertamos su placer, sus miedos, sus deseos, sus viejos dolores, sus nuevas ilusiones, sus cicatrices e incluso sus futuros proyectos, en resumen: su vida. Debemos ser cuidadosos. Las personas requieren cariño (necesidad del ser humano), y el contacto físico es una de las principales formas de obtenerlo. Es parte de nuestro lenguaje, es nutrir necesidades emocionales y validar el afecto, apagar los miedos y regalarnos oxitocina. Cuando ocurra, piensa que escribes con tu piel, en el otro, como la pluma de un buen escritor lo hace en el papel, pero en su piel, así que hazlo con cariño, respeto, confianza, apoyo, acogimiento, ternura, y sobre todo: amor.

PROYECTO DE PAREJA

Cuando uno se encuentra con el deseo de vivir una "experiencia de pareja", se adentra en el placer y en el aprendizaje que brinda la relación amorosa con el otro. Quienes llegan a una relación, vinculan gran parte de su desarrollo personal, su experiencia y su proyecto de vida al de su pareja. Y esto no es como me decía una "buena amiga": "un tonteo, un romance o un apagafuegos". Esto es una invitación a vivir una experiencia como "un equipo". Conviene saber que el "proyecto de pareja" no nace de una atracción física o un impulso sexual, se da cuando los dos tienen la convicción de que, sean cuales sean las circunstancias, las dificultades, quieren compartir su vida con el otro. Una vez en el camino de la relación, ambos establecen un "compromiso", un pacto de honestidad, lealtad, fidelidad y confianza. Una firma que será la fuerza que les impulse a luchar por su realización y que mantendrá el amor, la pasión y el deseo por la otra persona. .En el amor colamos el respeto, la comprensión, la aceptación y la comunicación. Alimentos básicos para nutrirse y nutrir al otro. .En la pasión (sexualidad), se ingresa en un pilar importante que además de su aspecto biológico, es una forma de encuentro y de comunión. Un lenguaje afectivo y psicológico determinante para conocernos y conocer al otro en la intimidad. .En el deseo, navegamos en el sostén primordial para cuidar el compromiso. Compartir y disfrutar de la pareja hará que la sombra de la rutina, se desvanezca con la luz del deseo.

LA DEPENDENCIA EMOCIONAL

De todos es sabido que la pareja perfecta no existe. Y el amor "sano" implica; "compromiso, trabajo, comunicación y aceptación..." Sin embargo, el amor de pareja es algo que elegimos vivir y experimentar. Un sentimiento que emerge de la voluntad de escoger a alguien para compartir: valores, emociones, sentimientos y sobre todo; "proyectos". Ahora bien, (sin entrar en profundidad en la "Teoría del apego de John Bowlby"), si una vez inmersos en una relación, esta nos genera algún tipo de "sufrimiento recurrente", y tenemos razones para romper, pero nos sentimos incapaces de "soltarla" por miedo, podemos estar hablando de "dependencia emocional". Al igual, que aquellas personas que quedan atrapadas en la "jaula" de las relaciones rotas (exparejas), son individuos que han encallado en una "relación" de estancamiento. Uno de los síntomas más comunes de esta dinámica, es la dificultad para poner límites y terminar lo que se emprende por sí mismo, iniciándose así, un ciclo de "retroalimentación negativa" que acaba dificultando incluso el hábito más sencillo: "cualquier cosa que te suponga una mínima incomodidad se te hará un mundo". El resultado, como no podía ser de otra forma, es la pérdida de "autoestima". Totalmente comprensible: ¿Cómo se puede "estimar" a alguien que sabotea la realización de aquello que más deseamos? Desapegarte no implica que te conviertas en una persona fría o que la vida te sea indiferente. Lo he vivido y lo he experimentado como la comprensión y la aceptación de que todo tiene su camino. Un camino que ya no coincide con nuestros proyectos, con nuestros deseos. No se trata de resignación... consiste en acoger que cada persona sigue su propia vereda y tú mismo tu sendero. Dar las gracias por el aprendizaje y sentir paz para volver a edificar un nuevo proyecto.

QUERER CAMBIAR AL OTRO

Solemos tener la "mala costumbre" de querer cambiar a los demás. Es decir, la pretensión de que el otro modifique esas cosas que a nosotros no nos gustan. Y esto lo hacemos en especial, en el ámbito de la pareja. Pero, con este “modus operandi”, no tenemos en cuenta algo muy importante, y es que, nadie, absolutamente nadie, cambiará nada de sí mismo, a no ser que quiera hacerlo. Consciente de que quizá alguna conducta de su vida, no le resulte productiva. Es en el comienzo de una relación cuando suele ocurrir, puesto que a pesar de que estamos obteniendo mucha información sobre cómo es, y cómo actúa el otro, existe en nosotros; un filtro. Un filtro que tiene una función clave: nos orienta a fijarnos en aquellas cualidades del otro que coinciden con las expectativas que tenemos. Y por otro lado, ocurre que nosotros mismos hacemos "pequeños" cambios en nuestra conducta con la intención de adaptarnos a la vida de la persona que estamos conociendo. De esa manera, creemos "entrar" en las expectativas que el otro/a tiene de nosotros. El adaptarse el uno al otro, es lo normal cuando se inicia la relación. Claro que, con el paso del tiempo, se va "deteriorando" la lente del filtro. Y entonces, es cuando pretendemos que nuestra pareja cambie. Porque ya empezamos a ver lo que nos molesta, esas cosas que no nos gustan. En la vida, en algún momento de ella, todos, hemos querido que nuestra pareja cambie. Pero, existen personas que esto lo hacen de una manera recurrente. Y aquí, podríamos hablar de un perfil "autoritario" (personas que consideran que la conducta de la otra persona no se ajusta a su forma de ser). Destacar, que quienes pretenden que los demás cambien, lo hacen por simple proyección. Es decir: lo que les incomoda o rechazan del otro, es lo que, en el fondo, les molesta y rechazan de sí mismos. ¿QUÉ CONSECUENCIAS PUEDE GENERAR ESTO EN LAS RELACIONES? Lo más común, es que la autoestima de la persona que es "sometida" vaya menguando. Y una autoestima herida, generará agotamiento, apatía, cansancio y un deseo irreprochable de querer alejarse. Observando que no es aceptado tal y como es por quien decía: "amarnos sin recortes". Lo cual, lo cosechado por la persona autoritaria será en el mayor de los casos: "la soledad". Si tomamos conciencia y evitamos querer que el otro "mude de piel", y emprendemos el cambio en nosotros, es posible, que la persona que tienes más cerca también cambie. Eso sí, debemos tener la lucidez para saber que una persona puede cambiar, pero única y exclusivamente si así lo desea. Nosotros, por nuestra parte, solo podemos aceptar a los demás, o alejarnos de ellos; pero nunca cambiarles. La eterna lucha por querer cambiar al otro pasa por la aceptación. Tenemos que pensar que al final cada uno elige su camino, su forma de ver la vida, siempre basada en sus experiencias. No podemos tener el poder sobre los demás ni otorgarles una responsabilidad que no nos pertenece. Una vez leído todo lo expuesto, sería sano hacerse una pregunta: "¿Para qué quieres que el otro cambie?"

TU FELICIDAD NO DEPENDE DE NADIE

Cuando una relación termina, suele ocurrir que los recuerdos atormentan, y esto, quizá suceda porque se fantasea con lo que pudo haber sido y no fue. Porque la añoranza te inunda y porque crees que vincularte con alguien es imposible en ese instante. Pero si tomas conciencia y observas las cosas con calma, te darás cuenta de que no amabas de verdad. Amar sería desear que la otra persona sea feliz aunque eso le lleve lejos de ti. Y lo más importante, tampoco te amas tú. Amarte, sería aceptar que la otra persona no te quiere como compañero de vida. Todos sabemos que cuesta "soltar amarras", pero si no te ves capaz, pasado un tiempo para desenredar un nudo que nunca tuvo que hacerse, es momento de ver que esto es una invitación a pedir ayuda para permitirte estar triste, sentir las emociones que llegan, y así, trascenderlas para abrirte a un nuevo camino que te conduzca a ser feliz. Sin embargo, suele ser más sencillo; la inacción, es decir; "seguir aferrado a esa persona a la que "señalamos" como responsable de las causas que nos dañan, o meternos en el papel de víctima y considerarnos un mártir incomprendido del amor. Es comprensible: tiene sus recompensas, pero las estás pagando al precio de no ser libre, de cerrarte a las invitaciones de una vida maravillosa, a aquellos con quienes sintonizas de forma genuina, a la comprensión de que tu felicidad (aunque vinculada a los otros), nunca dependerá de nadie. Creemos que si seguimos alimentando ese "amor'', tu expareja seguirá unido a ti, que si tú no aceptas la ruptura, no habrá sucedido del todo, y que así mantienes la posibilidad de que lo reconsidere y vuelva. Y, si no vuelve, crees también que cuanto más te agredes con los recuerdos, con las expectativas (imposibles), con la ceguera, más te deberá la vida. Y que algún día te compensará por el sufrimiento que has invertido en "fustigarte". Pero la vida no te va a compensar. Sólo tú puedes salir de la espiral de apego y sufrimiento. Y, para ello, te corresponde aceptar lo que fue y lo que ahora es; perdonar y perdonarte; agradecer lo que la experiencia vivida te ha enseñado. Recolocarte en tu centro y volver a conectar con tus valores y tu esencia, desear la felicidad de aquella persona a quien amaste, y trascender un nuevo camino con amor sano y consciencia.

viernes, 18 de junio de 2021

CAMINANDO ENTRE RECUERDOS

Paseando entre fotografías, me paré detenidamente en esta que he publicado. La observé "embargado" por una mezcla de emociones; alegría por recordar esa sonrisa dibujada y también cierta "nostalgia". Añoranza de recordar a aquel niño travieso, pícaro, miedoso, risueño, asustadizo, juguetón, molestoso (así me recuerdan los míos, entre ellos mis padres, mis hermanos, mis tíos...), sí, ellos dicen que tenía esa vena "maléfica-traviesa". Quizá la contemplé cautivado emocionalmente porque llegados a cierta edad, muchos echamos de menos hacer aquello que nos arrancaba una carcajada de la nada (ciertas maldades), y no lo hacemos, bien porque ya “estamos mayores” y otras porque “nos sentimos mayores”, y así dejamos de hacer muchas cosas que hacíamos cuando éramos niños y que nos divertían muchísimo, que eran lo lógico, lo normal... pero nos daban vida. Una vida que vamos apagando por los sucesos que nos marcan y que cada vez, observo que reímos menos... Pero ese es otro tema. ¿Quién no se ha parado alguna vez a pensar cuando a sus manos cae una fotografía de niño, el deseo de hablar con él? A este niño le diría muchas cosas... pero ante todo: .Que nunca deje de probar cada uno de los caminos que quiera recorrer y que los abandone cuando ya no le hagan feliz. .Que se equivoque una y mil veces, y después otras mil si es necesario; y que no sienta remordimientos por ello, siempre que de cada error aprenda una lección. .Que luche por todo lo que sea importante para él, porque la única batalla perdida es aquella por la que no se pelea. .Que mantenga siempre vivo ese espíritu inconformista y solidario que le hará meterse en cada jardín que encuentra. .Que siga pensando que el verbo compartir es maravilloso. .Que no deje nunca de amar y sobre todo, que lo demuestre... ¿Y tú, qué te dirías?

EL BUEN AMOR

El buen amor se elabora como el buen vino: necesita reposo y unas buenas cubas donde crearse, una temperatura adecuada y tiempo; pero lo más importante es la calidad de la uva. La fuerza de ese vino (pareja), dependerá de la fuerza que tiene cada una de sus "uvas", y de su disposición a compartirse y cuidarse. El buen amor o la energía de la relación solo se mantendrá si cada uno tiene un proyecto vital... una dirección que lo llama. Sólo cuando cada uno tiene como esencia sus valores, su propósito y un sentido vital, puede relacionarse con el otro desde la riqueza y no desde la necesidad. Si esos ejes son compatibles y ambos deciden viajar juntos, se establece una dinámica de retroalimentacion auténtica. No se necesitan, se quieren y se eligen. Avanzando unidos con una energía que aumenta de forma perenne. Y es que la pareja no es solo una unión para el disfrute y el goce, es y debe ser, un encuentro para tomar consciencia, crecimiento y transformación. De hecho, una vez transitada la fase del enamoramiento, el deseo lo nutre, sobre todo, la mutua admiración. A una "pareja inspiradora", no dejamos nunca de desearla. Y no hay nadie más inspirador que quien vive su propia vida siendo creativo y pleno. Pero es importante destacar, que no se trata sólo de avanzar en compañía hacia proyectos que nos enaltecen, sino también de poder descansar en brazos del otro. Sentirnos apoyados cuando caemos, sostenidos cuando el miedo nos paraliza, cuidados cuando el dolor nos debilita, acogidos cuando la vulnerabilidad nos desnuda. Una pareja perfilada, vincula dos objetivos vitales que se afianzan y se potencian cuando deciden ir de la mano... y es también una casa: "un hogar con cimientos enraizados".

MIEDO AL COMPROMISO

Todos sabemos que las relaciones de pareja no son fáciles, bien porque se acentúa la dificultad de encontrar una persona que satisfaga nuestras expectativas o un proyecto de vida compatible. Sin embargo, algunas personas se deslizan en ellas con una naturalidad colosal. Para otras, establecer y "mantener" una relación, no les resulta tan sencillo. Normalmente detrás de ese miedo se esconde el temor a salir de nuestra zona de confort, el miedo al cambio, perder autonomía o incluso, cerrar la puerta a otras personas. Quien no se compromete puede vivir pensando que es mejor dejar abiertas todas esas puertas para que lo "mejor" llegue por sí mismo y que siempre habrá tiempo. Corre así el riesgo de autoengañarse pensando que la vida no pasa, que todas las oportunidades que cree tener siguen ahí, e incluso, que llegarán otras más deseables. En suma, que si no se compromete con nada ni nadie su tiempo no se gasta y no se acerca su final. Observarse. Y, desde esa auto-observación honesta, comprometerse, pero que sea una elección movida no por el conformismo o el miedo, sino por la consciencia de que al asumir la finitud, eliges vivir con autenticidad. Como dice Paulo Coelho: "La libertad no es la ausencia de compromisos, sino la habilidad de elegir, y comprometerme yo mismo con lo que es mejor para mí".

EL DÍA DE LA MARMOTA

¿Quién no se ha visto en su vida viviendo: "El día de la marmota?" Supongo que todos conocemos o hemos oído hablar de la película: "Atrapado en el tiempo". El carismático actor Bill Murray protagoniza a un periodista enviado a cubrir tal evento: "El día de la marmota". Una vez realizado su trabajo, decide irse a dormir. Al día siguiente, no amanece en un nuevo día, sino en el mismo que acaba de vivir. Y al día siguiente lo mismo, y al siguiente y al siguiente... un bucle que parece interminable. Muchas veces, el sentido común nos dice que es natural repetir aquello que nos agrada, pero ¿por qué repetir algo que nos produce sufrimiento? Con frecuencia escapa a nuestra voluntad, a lo que queremos... reapareciendo por sorpresa, como el mismo recodo de un laberinto por el que se ha transitado mil veces intentando sin éxito encontrar la salida. Para salir de ese día a día enredado, se requiere, esencialmente, dos cosas: "aceptar nuestra realidad y tomar decisiones para reconducirla hacia donde queremos". Sin embargo, que sea sencillo no implica que nos resulte fácil. Eso sí: fácil o difícil, se puede hacer. Está en nuestras manos... Pero solemos posponerlo, racionalizamos nuestra inacción y justificamos nuestro conformismo extenuante. Al principio, confiando en que nos pondremos a ello en un futuro (que nunca llega); más tarde, encastillandonos en la convicción de que no hay salida o no la hay para nosotros. Nos castigamos (y castigamos a los nuestros), por nuestra debilidad ante los miedos; nos molesta quien afirma que se puede vivir de otra manera y que el otro lo logra, en el fondo nos "cabrea" la felicidad ajena, como algo que nos resulta inalcanzable. Y ese autocastigo, ese victimismo y el resentimiento que genera, nos van minando lentamente y lentamente ahogan la alegría, hasta que nos resignamos y nos cuestionamos: - "¿Esto es todo? ¿Era esto la vida?" Pues no. La vida es mucho más que eso y hay maneras de salir de esa espiral en que nos hundimos. Pero -de nuevo- toca aceptar la realidad y tomar decisiones para reconducirla hacia donde queremos.

AUTOSABOTAJE

Oímos que tomar ciertos alimentos y bebidas pueden perjudicar nuestra salud, y así es; pero obviamos que somos nosotros quienes deterioramos nuestro organismo al consumir dichas "sutancias". Si nos paramos a observar, sucede lo mismo en el ámbito de las relaciones. Decimos: "Cierta persona me cae mal y me quita energía o me infravarola o me maltrata, y así es; pero eludimos que somos nosotros quienes nos quitamos energía, nos infravaloramos y nos maltratamos al sostener esas relaciones tóxicas". Lo que libremente comemos, bebemos, vemos y escuchamos, las relaciones que establecemos y, sobre todo, sostenemos... son medios a través de los que nos cuidamos o nos descuidamos, menguamos o crecemos. Con ellos, podemos intoxicarnos o podemos nutrirnos. Si en un ejercicio de honestidad, valoramos qué cosas y relaciones le damos (nosotros) a nuestro cuerpo y a nuestra alma, comprenderemos (con claridad quizá dolorosa pero reveladora) una de las razones principales (si no la principal) de por qué nos sentimos como nos sentimos. Eludir nuestra responsabilidad es fácil y cómodo, pero autodestructivo: nos condena a sufrir bajo la sombra de la reflexión y la impotencia. No nos hagamos eso. Y recordemos: "Las cosas que amamos nos dicen quienes somos".

miércoles, 12 de mayo de 2021

BELLEZA

No quiero esperar a que llegue mi final para "acercarme" a recibir la belleza de la vida. Quiero que la verdad (hermosa o dolorosa), me conmueva cada día y me abra a la belleza que me rodea y me empuja más y más profundamente hacia mi propia vida.

ATARDECERES

Desde siempre, mi color favorito del día ha sido el "atardecer". Siento cierta "adicción" a disfrutar de esos pequeños momentos que nos regala la vida, y uno de ellos, es contemplar el ocaso. Una imágen donde la luz comienza a atenuarse y las sombras se adueñan de nosotros. Cuando la vida me lo permite, me considero un atrapador de atardeceres. Aunque siempre tengo la duda de quién atrapa a quien...

LAS RELACIONES Y SUS CRISIS

En todas las relaciones de pareja se generan crisis. Afrontarlas no significa "debilidad". La relación se debilita si esas crisis la transportan a un agotamiento del vínculo y de la dimensión enriquecedora de las interacciones. Podemos poner todo de nuestra parte para vencer los desajustes y engendrar una relación más sinérgica y transformadora; pero, si la otra parte se resiste reiteradamente, debemos decidir hasta cuándo y cúanto estamos dispuestos a seguir pedaleando en solitario. En muchas ocasiones, no son incompatibles las personas, sino el tipo de relación que han construido. En la vida abundan otras personas que están en tu misma sintonía y con quienes puedes enriquecer tu existencia. Para empezar a disfrutar de una relación sana, trabaja para llegar a ellas limpio de dependencias, y con ganas de aportar y abierto a recibir.

AMOR EXPRESS

Hoy día, es mucha la insatisfacción que oímos en los hombres al formar relación con una mujer y de las mujeres que lo hacen con los hombres. En gran medida, se debe a que conectamos con los demás a velocidad de "fibra óptica". Una búsqueda imperiosa de encontrar a esa persona que queremos en nuestras vidas, y que creemos que le dará sentido a nuestra existencia. Un vacío que llenaremos pagando con unos intereses muy altos: "Constante vaivén de emociones, desilusión frecuente, inexistencia de proyectos e incluso posibles infidelidades". Nos olvidamos que nos unimos con los demás de forma "honesta", cuando sintonizamos con la misma frecuencia. A quien no vibra de forma semejante a la nuestra, lo soltamos rápidamente; y, si no lo hacemos, es porque, bajo las supuestas diferencias, nos une al otro una dependencia que se retroalimenta (relaciones yonki-camello). Puede que no siempre sea fácil y rápido encontrar a quien nos acompañe y complemente en la vida de manera mutua, pero esa dificultad, se debe a que elegimos al otro para formar pareja siendo más conscientes. Todo este proceso es una invitación para darnos cuenta de que, nuestra energía deberíamos canalizarla en "la conexión sana con el otro; y, sobre todo, con nuestros propósitos: "el horizonte de ese viaje y la compañía"

lunes, 5 de abril de 2021

EXISTEN DOS TIPOS DE PERSONAS

Existen dos tipos de personas que pasan por nuestra vida. Están los que transitan el camino de la mente y están los que recorren el camino del corazón. De los primeros solemos olvidarnos, pues la mente disipa con el tiempo. Sin embargo, el corazón memoriza a quien nos hizo sentir los mejores latidos. Y aunque alguien se vuelva "invisible", el corazón latiendo le hace oír el bello sonido de la eternidad. Así que abramos las puertas de nuestro corazón y veamos quien merece quedarse dentro. Le agradezco mucho a la vida por recordarme que hay lugares que no podemos olvidar porque nos llevan al corazón.

SER UNO MISMO

Dijo Ray Bradbury: “No soy nadie; soy solo yo mismo. Donde quiera que esté soy algo, y ahora soy algo que no puedes impedir”. Con los años (y las experiencias), llega un momento donde uno para y se acentúa la autorreflexión... Con ella, he llegado a la conclusión de que es una maravilla; "vivir tu vida acorde a tu forma de ser". En ocasiones, tenemos que pararnos a pensar por qué queremos lo que queremos. Las metas externas guiadas por sentimientos de vanidad o por la necesidad de ser alguien, pueden alejarnos de nuestros verdaderos deseos y sobre todo; de nosotros mismos. La cuestión en sí, es preguntarse: "¿Eres la persona que querían que fueras o has conseguido ser quien eres?" Ser uno mismo significa tomar contacto con nuestras capacidades y desarrollarlas en base a nuestros dones para ponerlas al servicio del otro y de uno mismo. Edward Young en su obra; "Night Thoughts (Pensamientos nocturnos)", dijo: "La vanidad es hija legítima y necesaria de la ignorancia". En palabras de este autor, el hombre es un ciego que no sabe verse a sí mismo. Cegado por la vanidad, la soberbia, el ego... Y esa imperiosa necesidad de ser alguien, nos empuja a valorar a los demás basándonos en sus logros, posesiones, aspectos y otros baremos impuestos por el ego. Pero en realidad, “ser alguien” no tiene nada que ver con "méritos externos". Nos olvidamos que la verdadera acción es movida por el amor y la humildad. Eso nos acercará más y mejor a ser quienes realmente somos. A vivir sin caretas... "Si para ser alguien hay que traicionarse, es mejor ser uno mismo".

AMOR EXPRESS

Hoy día, es mucha la insatisfacción que oímos en los hombres al formar relación con una mujer y de las mujeres que lo hacen con los hombres. En gran medida, se debe a que conectamos con los demás a velocidad de "fibra óptica". Una búsqueda imperiosa de encontrar a esa persona que queremos en nuestras vidas, y que creemos que le dará sentido a nuestra existencia. Un vacío que llenaremos pagando con unos intereses muy altos: "Constante vaivén de emociones, desilusión frecuente, inexistencia de proyectos e incluso posibles infidelidades". Nos olvidamos que nos unimos con los demás de forma "honesta", cuando sintonizamos con la misma frecuencia. A quien no vibra de forma semejante a la nuestra, lo soltamos rápidamente; y, si no lo hacemos, es porque, bajo las supuestas diferencias, nos une al otro una dependencia que se retroalimenta (relaciones yonki-camello). Puede que no siempre sea fácil y rápido encontrar a quien nos acompañe y complemente en la vida de manera mutua, pero esa dificultad, se debe a que elegimos al otro para formar pareja siendo más conscientes. Todo este proceso es una invitación para darnos cuenta de que, nuestra energía deberíamos canalizarla en "la conexión sana con el otro; y, sobre todo, con nuestros propósitos: "el horizonte de ese viaje y la compañía"

NOS AGREDIMOS...

En la vida, no somos conscientes de que nos agredimos constantemente cuando: Consumimos sustancias tóxicas: tabaco, alcohol, comida en exceso... Cuando nos evadimos de la realidad con sexo. Cuando nos apegamos al dolor del pasado (sin saber que solo vale mirar atrás, para aprender y no para asignar culpas o autoculparnos). Cuando nos enganchamos a relaciones insanas. Cuando no expresamos todo aquello que deseamos. Cuando nos quejamos y no hacemos nada al respecto para cambiar. Cuando traicionamos nuestra palabra. Cuando no damos ese abrazo que florece dentro de nosotros. Cuando odiamos a otra persona. Cuando nuestros miedos son más grandes que nuestro amor. Cuando no realizamos lo que nos hace sentir felices y nos mantenemos en lugares o situaciones donde no podemos ser nosotros. "Sólo si nos escuchamos, nos expresamos, nos cuidamos, nos abrazamos, nos queremos... solo así, viviremos de forma sana"

LOS MIEDOS EN LAS RELACIONES

Cuando nos adentramos en el maravilloso mundo de la pareja, suelen activarse los miedos y se los atribuimos al otro para protegernos (proyección). Una forma de conseguir mantenernos en nuestra zona de confort, sin ser conscientes, de que la puerta más segura, es aquella que dejamos abierta. Hay dos maneras de relacionarnos con nuestros miedos: .La primera es verlos como debilidades que nos prohíben vivir y nos debilita. Un muro que nos encierra y nos separa de una vida más plena. No es extraño entonces que nos culpemos y nos castiguemos por autosabotearnos. .La segunda es verlos como el momento embrionario de un nuevo proceso interior (y exterior), que se está desarrollando. No los percibiremos entonces como un muro que nos aísla, sino como una puerta que se abre despacio a espacios más abiertos que los que ahora habitamos. Nos dejamos llevar tan a menudo por la convicción de que estamos ante un muro porque, ante los miedos encontrados, experimentamos sufrimiento. Sin embargo, el sufrimiento es como un capullo, es decir; "la fase cerrada de la floración". En el bloqueo, la inseguridad y el miedo madura la transformación interior como en el capullo anidan la flor y su fruto. Regarlo, ponerlo al sol... Toda nueva vida brota con dolor y tu dolor grita y llora que estás vivo. Tú decides: "Vivir como un avestruz (escondiendo la cabeza) o hacerlo como un águila (renace incluso cuando perece envejecer)"

domingo, 7 de marzo de 2021

LA RELACIÓN DE PAREJA

La vida en pareja gira alrededor de pequeños detalles cotidianos, capaces de romper la estabilidad de la misma. Pero, a la larga, esas mismas nimiedades, esos fragmentos intrascendentes, serán los que consigan unir a "ambas psicologías", para ir logrando equilibrio, asentamiento y solidez. Si regamos con el corazón la convivencia, se convierte en un espacio tranquilo, de reposo, en el que reina la comprensión, fruto del esfuerzo y del tiempo en el que cada uno ha puesto lo mejor de sí mismo. Si todo lo anterior no se da, difícilmente la relación prospere. Entonces, queda transformar el vínculo desde un amor fuerte y maduro, para que ambos puedan amoldarse y ponerse al servicio del otro (sin olvidarse de uno mismo). Para que el amor de pareja marche, no es tanto sentir su capacidad para darnos apoyo o ser acogidos y amados por el/ella. Lo que nos une íntimamente al otro, es su capacidad de despertar en nosotros el amor a la vida; impregnándonos con su disposición a experimentarla y disfrutarla. Estas son las claves de la alquimia del amor: “corazón y cabeza”.

SER UNO MISMO

Dijo Ray Bradbury: “No soy nadie; soy solo yo mismo. Donde quiera que esté soy algo, y ahora soy algo que no puedes impedir”. Con los años (y las experiencias), llega un momento donde uno para y se acentúa la autorreflexión... Con ella, he llegado a la conclusión de que es una maravilla; "vivir tu vida acorde a tu forma de ser". En ocasiones, tenemos que pararnos a pensar por qué queremos lo que queremos. Las metas externas guiadas por sentimientos de vanidad o por la necesidad de ser alguien, pueden alejarnos de nuestros verdaderos deseos y sobre todo; de nosotros mismos. La cuestión en sí, es preguntarse: "¿Eres la persona que querían que fueras o has conseguido ser quien eres?" Ser uno mismo significa tomar contacto con nuestras capacidades y desarrollarlas en base a nuestros dones para ponerlas al servicio del otro y de uno mismo. Edward Young en su obra; "Night Thoughts (Pensamientos nocturnos)", dijo: "La vanidad es hija legítima y necesaria de la ignorancia". En palabras de este autor, el hombre es un ciego que no sabe verse a sí mismo. Cegado por la vanidad, la soberbia, el ego... Y esa imperiosa necesidad de ser alguien, nos empuja a valorar a los demás basándonos en sus logros, posesiones, aspectos y otros baremos impuestos por el ego. Pero en realidad, “ser alguien” no tiene nada que ver con "méritos externos". Nos olvidamos que la verdadera acción es movida por el amor y la humildad. Eso nos acercará más y mejor a ser quienes realmente somos. A vivir sin caretas... "Si para ser alguien hay que traicionarse, es mejor ser uno mismo"

martes, 23 de febrero de 2021

ENAMORARSE

Enamorarte es encontrarte a ti mismo "reflejado" en el otro. Es una expresión insuperable del amor. Cuando ocurre, deben darse tres elementos fundamentales: "La admiración, la atracción física y psicológica, y la necesidad de compartir el tiempo juntos". Y sobre todo, aprender en compañía que "amar", es mucho más real, transformador y duradero que el propio "amor".

¿PERDONAR UNA DESLEALTAD?

En una conversación, hablábamos sobre las mentiras, infidelidades y traiciones. Me preguntaron si yo sería capaz de volver a confiar en alguien que hubiese sido desleal conmigo. Es una respuesta muy personal, pues cada uno tiene la respuesta en sí mismo (autoconcepto - constructos teóricos). Personalmente, opino que para sanar una herida emocional de esa índole, hay que mirarla de frente, tomarte tu tiempo, abrazarla... Y esa sanación no llega por lamernos las heridas y confiar (ciegamente) en los otros otra vez, sino por empezar a confiar en uno mismo, en nuestra capacidad para estar (sin autoengaños), alineados con nuestros valores, entre los cuales han de estar siempre: el autocuidado y el autorrespeto. Cuanto menos nos engañamos respecto a nuestras intenciones, menos pueden los demás engañarnos respecto a las suyas. Comprometerse con un propósito que dé sentido a tu vida y poner el foco en aquello que deseas, es clave para que el problema de la desconfianza se disuelva. Solo así, atraerás a los tuyos sin esfuerzo y soltarás sin desgarro a quienes vibran en otra sintonía.

domingo, 7 de febrero de 2021

EMPEZAR DE NUEVO Y NO OTRA VEZ

Cuando la vida nos empuja hacia el ojo del huracán, ningún frente parece llevarnos a puerto seguro. Todos los caminos son destruidos por la fuerza de las olas. Y ocurre, que no aparece esa energía para nadar contra la corriente que cada día cambia de dirección. ¿Qué podemos hacer entonces? Entonces, no queda otra que esperar a que pase todo. Que la noche se haga día... Divorciarse de todas las estrategias mentales, de las exigencias, porque no es sano tomar una decisión cuando uno está en un caos interno. Respirar, poner el freno, delegar, apoyarse en quien sabe apoyarte (respetando tu momento), y sobre todo, observar... Contemplar lo insignificante que somos ante la ola que pasa por encima de nosotros y se lleva todo. Demostrádonos que nada nos pertenece, lo vulnerable que llegamos a ser. Una vez todo se vuelva "barro", cada cosa empieza a reubicarse. Comienzas a ver las cosas con otros ojos, con otra mirada... desde otro prisma. El aprendizaje comienza a generar acción. Empiezas a elegir de nuevo... A decidir de nuevo... A empezar de nuevo... A mirar todo de nuevo... A sentir todo de nuevo... Pero no otra vez, sino de nuevo... nunca desde el mismo punto. Porque los nuevos vientos nos invitan a terminar la partida que quedó en el tablero. Con otra estrategia: "la experiencia". Esa herramienta maravillosa para construir todo de nuevo, porque como dicen por ahí: "No es lo mismo, pero es igual".

sábado, 23 de enero de 2021

AMOR: DAR Y RECIBIR

Dice Walter Riso: "El buen amor es de ida y vuelta". Razón no le falta... Con el tiempo y las experiencias, he empezado a darme cuenta que la felicidad en una relación, no se tatúa solo en el acto altruista de darlo todo a cambio de nada. Recibir también es un derecho, y aún más, también es una necesidad emocional que nos alienta el corazón y calma el alma. Recuerdo el cuento de aquel hombre al que se le concedió la oportunidad de visitar el cielo y el infierno. Primero fue al infierno y vio a una infinidad de personas sentadas ante unas largas mesas repletas de comida deliciosa. Todas parecían hambrientas, estaban flacas y lloraban. Enseguida comprendió que las cucharas y los tenedores eran más largos que sus brazos y no podían llevarse la comida a la boca. Luego visitó el cielo y encontró la misma situación: gente sentada ante unas mesas llenas de buena comida y con los mismos cubiertos, más largos que sus brazos. Pero, en este caso, todos estaban alegres y bien alimentados. No intentaban alimentarse a sí mismos: se alimentaban los unos a los otros. En Psicología, la comida es un símbolo de amor. En esta historia, las personas del cielo no solo se dan de comer unas a otras sino que, además se dan y reciben amor. Esa imagen refleja perfectamente la reciprocidad de las relaciones sanas. Cada uno respeta a los demás, se preocupa por ellos y recibe, a su vez, el mismo trato. Siempre he entendido que: "Lo que das te lo das, y lo que no das en ti queda". Pero no cabe duda que cuando compartimos con una persona que lo que nos da, lo hace con la "mano cerrada", es totalmente insano. El amor de las relaciones es un amor "condicional" respecto a la reciprocidad. Puesto que si no se da ese tipo de relación, el amor se convierte en dependencia. Y para ser libres, tenemos que ser capaces de dejar de lado aquellas relaciones, que no son de ida y vuelta. Para que una relación sea recíproca, ambos tienen que sentir en equilibrio. El amor de relación sano, es como un beso; "es algo que no se puede dar sin recibir".

LOS CELOS

Los celos son una información maravillosa. Si no existen motivos, son una invitación a preguntarte hasta qué punto amas a alguien de quien desconfías. Si existieran motivos, es una invitación a dejar "marchar" a quien traiciona tu confianza. Aunque desde mi punto de vista, nadie puede provocar celos a otra persona. Cada uno es el responsable de gestionar lo que siente. Difícil, lo sé, pero es así... Otra cosa bien distinta, es que un miembro de una pareja puede tener conductas invasivas, pero ese ya sería otro tema... Sería una cuestión a tratar desde la relación, trabajarla para que fluya en armonía y no genere fisuras. Sentir celos de una "forma moderada", no es sinónimo de trastorno, pero se convierte en algo patológico, cuando la sensación de malestar es tan absorbente que interfiere negativamente en la relación y en el bienestar propio. Para que ello no genere un deterioro en la relación, sería sano trabajar desde dos pilares claves: "la comunicación y la confianza". Normalmente la persona que duda, no suele paliar esta situación con preguntas directas, sino tratando de investigar. Pero como bien comenté anteriormente, los celos son una invitación, y sería maravilloso meter "el bisturí sin anestesia". Es decir, si nos invade la duda, hablar directamente con nuestra pareja y preguntar de forma directa, llana y evidente para sanar nuestra incertidumbre. En el peor de los casos, si nuestra pareja traiciona nuestra confianza, y no muestra la verdad, es una nueva invitación a dejarla marchar y darle las "gracias" por recordarnos el valor de la lealtad y de la integridad. Perdonándola te perdonarás también a ti mismo.