martes, 14 de diciembre de 2021

EXPRESAR LAS EMOCIONES

Todos en algún momento, por diferentes razones, hemos preferido mantener silencio, contenernos en una situación concreta. En casos puntuales es necesario, por ejemplo; para evitar una discusión. El problema llega cuando esto se convierte en una rutina en nuestra vida; ignorar, negar o evitar las emociones puede generar efectos negativos. No expresarlas hacen que suban en intensidad, despertando en nosotros conductas desadaptativas para intentar neutralizarlas. Estos comportamientos pueden ir desde la rumia (reflexión excesiva), hasta estrategias de evitación (alcohol, drogas, medicación, sexo, etc). Al evitar expresar nuestras emociones, lo que conseguiremos es fortalecerlas, aumentando con ello la agresividad en nosotros. Esto puede generar muchas enfermedades en el cuerpo y en la mente. Nos educan para conocer el Universo, los secretos de la vida, la materia y quizás a Dios, y se olvidan de enseñarnos la manera de comprender nuestra alma. Expresar las emociones tiene que ser una parte fundamental de nuestras vidas y de nuestras relaciones, tanto con los demás como con nosotros mismos. Hacerlo nos ayudará a llevar una vida más liviana en todos los sentidos. Las emociones y sentimientos son una imprescindible fuente de información: nos guían, nos ayudan a dar sentido a lo que pasa en nuestra vida, a nuestro alrededor, y sobre todo: "a ser quienes realmente somos".

SABER ACOMPAÑAR

En algún momento de nuestras vidas, pasaremos por situaciones donde nos sentiremos desbordados, y muy probablemente, necesitaremos de alguien que esté a nuestro lado, o también, seremos ese alguien que acompañe en un proceso donde haya oleaje en el alma. Cuando nos toque acompañar, sería conveniente saber hacerlo. En muchas ocasiones, nos sentiremos tentados a dar consejos sin que nos los hayan pedido, y dar consejos, nos coloca en una posición de cierto prestigio, autoridad, sabiduría, e incluso; "poderío" (un juego enriquecedor para nuestro ego). Sería sano que sólo diéramos consejos si nos los piden. Es importante saber que el que sufre necesita: .Espacio: Escuchar y atender. Sin urgencia ni presión para dar un consejo. Dejemos que el otro se desahogue, que descargue y, sobre todo, que sea al ritmo que necesite... El malestar no es tuyo. .No juzguemos: Evitemos frases como: "No entiendo porqué lo haces si siempre terminas igual". "Te lo advertí". "Tendrías que haberlo hecho de otra forma”. Nunca minimices el dolor o el sufrimiento de la otra persona. .No demos consejos ni lecciones: Tratemos de no solucionar los problemas del otro sin que nos lo hayan pedido. Preguntemos en qué podemos ayudarle y qué necesita. .Apoyo: Hagámosle ver que es válido que se sienta así. Si aceptamos cómo se encuentra la persona, esto ayudará a que vea que esa sensación que está sintiendo es natural y está bien que lo sienta. .El contacto físico ayuda: Abrazarle o mostrarle apoyo con una caricia, es bastante reconfortante. A sabiendas que la otra persona quizá lo rechace... Pero no olvidemos que no nos rechaza a nosotros. .Y lo más importante, si creemos que esa persona necesita un acompañamiento profesional, es importante que no se lo propongamos de una forma directa, ya que se puede sentir atacada. Preguntemos cómo se siente llevando su proceso solo/a. Proponiéndole si ha pensado en pedir ayuda o apoyo. Como dijo Alejandro Jodorowsky: “Tratando de ayudar, podemos hacer daño al obligar a otro a recibir algo que no nos pidió. Además cuando insistimos en dar un consejo a alguien que no nos lo ha pedido, en realidad nos lo estamos dando a nosotros mismos”.

AMOR VS MIEDO

Las personas somos emociones, pensamientos y actos. Pensamientos ligados a una emoción o a un hecho que conecta automáticamente con nuestras emociones. No obstante, existen emociones como el miedo que hace que la vida sea un camino de espinas. Hay dos maneras de transitar este camino punzante con nuestros miedos y nuestras inseguridades. .Una de ellas, es verlos como una debilidad que nos perfora el alma y hará que construyamos una armadura que nos proteja de la vida (sin ser conscientes de que nos aleja de ella). .La otra manera de verlos, es como un proceso interno de crecimiento. Entonces, ya no los vamos a ver como algo que nos aísla del mundo. Nos dejamos arrastrar por la convicción de que estamos ante un muro porque, ante el miedo, experimentamos sufrimiento. Sin embargo, el sufrimiento es "el pasaporte hacia la libertad". Recuerdo aquí, una maravillosa frase de Leonard Cohen: “Todo tiene una grieta, y es así como entra la luz”. Lo que está roto, lo que está fragmentado, no tiene por qué impedirnos avanzar en nuestra vida... Las roturas se sanan, pero sanan con amor. Si somos conscientes de que el miedo es el asesino del corazón, debemos transformar la emoción del miedo por el amor. Para que ese cambio se genere, tenemos que promover la aceptación. Del mismo modo que un músculo para fortalecerse tiene que sufrir, nuestras emociones, nuestra alma, debe vigorizarse, y así, también debe soportar cierto grado de sufrimiento. La primera de Las Cuatro Nobles Verdades del Budismo; es la verdad del sufrimiento. Una verdad que se puede rechazar o aceptar como una parte inevitable de nuestra condición de humanos. Y cuando se aprende a aceptar, incluso a abrazar, las experiencias difíciles, el sufrimiento se convierte en una herramienta, en un instrumento de amor para crecer. Por eso, quien ama no teme. Se despoja de toda armadura y se entrega a la experiencia. La niebla se disipa, sueltas amarras y comienzas a navegar mar adentro! Ya nada puede hacerte perder el rumbo, ya nada puede herirte...

EL BALCÓN DE LA VIDA

Si te asomas al balcón de la vida... ¿Qué crees que desea enseñarte? La vida nos enseña a amar, a soñar, a respirar, a escapar de la "realidad", a superarte, a caerte y volverte a levantar. A saber quien te quiere de verdad y a quien solo le interesas. A no cubrir nuestras carencias con cosas materiales. A saber el valor de una buena compañía, el calor de un abrazo honesto, de una mirada cómplice. La vida nos enseña que esto es un regalo más, pero fugaz. Nos enseña a sentirnos, a comprendernos, a cuidarnos. Nos enseña a rodearnos de personas que sumen, que compartan, que sonrían... En definitiva, la vida nos enseña desde su balcón, que con cada movimiento (por pequeño que sea), hacia la autenticidad y la sinceridad nos quitaremos una carga, y con ello, haremos un espacio interior que se llena de energía para sumar vida a la vida. No olvides: "El precio que pagas por tus elecciones es el valor de las opciones que descartas". ¿Hasta qué punto hay vida en lo que vives?

LA PAREJA NO ES UNA PRISIÓN

Cuando dos personas se eligen para compartir una relación sana, nutritiva y adulta, trascienden episodios que les hacen crecer a nivel emocional y psicológico. Conseguido el objetivo de haber fabricado de forma sólida un vinculo a fuego lento, toca trabajar para no caer en la trampa de la creencia de que el amor es una "prisión". La pareja no es una cárcel, ni un lugar donde quedarnos atrapados. Es un camino de crecimiento y aprendizaje para los dos. Es sin duda, uno de los más hermosos y nutritivos trayectos que se pueden escoger. Así como el fuego tiene su triángulo: "calor, combustible y oxígeno". La vida en pareja necesita también del suyo, tiene que tener, ante todo; "oxígeno", porque si no lo tiene, es como el fuego, se extingue. Conseguir que no se extinga esa llama, se logra creando un espacio propio que nos permitirá mantener un equilibrio entre nuestras necesidades y las de la pareja. Enriquecerá aún más la relación entre los dos miembros, y por consiguiente, ayuda a disminuir el nivel de exigencias hacia el otro.