jueves, 5 de agosto de 2021

QUERER CAMBIAR AL OTRO

Solemos tener la "mala costumbre" de querer cambiar a los demás. Es decir, la pretensión de que el otro modifique esas cosas que a nosotros no nos gustan. Y esto lo hacemos en especial, en el ámbito de la pareja. Pero, con este “modus operandi”, no tenemos en cuenta algo muy importante, y es que, nadie, absolutamente nadie, cambiará nada de sí mismo, a no ser que quiera hacerlo. Consciente de que quizá alguna conducta de su vida, no le resulte productiva. Es en el comienzo de una relación cuando suele ocurrir, puesto que a pesar de que estamos obteniendo mucha información sobre cómo es, y cómo actúa el otro, existe en nosotros; un filtro. Un filtro que tiene una función clave: nos orienta a fijarnos en aquellas cualidades del otro que coinciden con las expectativas que tenemos. Y por otro lado, ocurre que nosotros mismos hacemos "pequeños" cambios en nuestra conducta con la intención de adaptarnos a la vida de la persona que estamos conociendo. De esa manera, creemos "entrar" en las expectativas que el otro/a tiene de nosotros. El adaptarse el uno al otro, es lo normal cuando se inicia la relación. Claro que, con el paso del tiempo, se va "deteriorando" la lente del filtro. Y entonces, es cuando pretendemos que nuestra pareja cambie. Porque ya empezamos a ver lo que nos molesta, esas cosas que no nos gustan. En la vida, en algún momento de ella, todos, hemos querido que nuestra pareja cambie. Pero, existen personas que esto lo hacen de una manera recurrente. Y aquí, podríamos hablar de un perfil "autoritario" (personas que consideran que la conducta de la otra persona no se ajusta a su forma de ser). Destacar, que quienes pretenden que los demás cambien, lo hacen por simple proyección. Es decir: lo que les incomoda o rechazan del otro, es lo que, en el fondo, les molesta y rechazan de sí mismos. ¿QUÉ CONSECUENCIAS PUEDE GENERAR ESTO EN LAS RELACIONES? Lo más común, es que la autoestima de la persona que es "sometida" vaya menguando. Y una autoestima herida, generará agotamiento, apatía, cansancio y un deseo irreprochable de querer alejarse. Observando que no es aceptado tal y como es por quien decía: "amarnos sin recortes". Lo cual, lo cosechado por la persona autoritaria será en el mayor de los casos: "la soledad". Si tomamos conciencia y evitamos querer que el otro "mude de piel", y emprendemos el cambio en nosotros, es posible, que la persona que tienes más cerca también cambie. Eso sí, debemos tener la lucidez para saber que una persona puede cambiar, pero única y exclusivamente si así lo desea. Nosotros, por nuestra parte, solo podemos aceptar a los demás, o alejarnos de ellos; pero nunca cambiarles. La eterna lucha por querer cambiar al otro pasa por la aceptación. Tenemos que pensar que al final cada uno elige su camino, su forma de ver la vida, siempre basada en sus experiencias. No podemos tener el poder sobre los demás ni otorgarles una responsabilidad que no nos pertenece. Una vez leído todo lo expuesto, sería sano hacerse una pregunta: "¿Para qué quieres que el otro cambie?"

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