lunes, 13 de julio de 2009

BUDA


Año 563 a. C. Kapilavastu (Nepal) origen del nacimiento de Sidarta, hijo del rey Shudhodana y de la reina Mahamaya, predestinado a ser emperador, ser privado de la visión terrenal y criado en un ambiente muy lujoso. Contrae matrimonio forzosamente para la sucesión al trono a la edad de 16 años con su prima Yashodhara, fruto de ese desposorio impuesto, nace su hijo Rahula. Con el alumbramiento de su vástago se origina su “primera crisis existencial.” A pesar de los esfuerzos de su padre por ocultarle la realidad, Buda descubre durante un paseo en caballo “los cuatro símbolos” que determinan su vida; un viejo decrépito, un enfermo, un cadáver y un monje errante.
Tras apreciar estas cuatro alegorías, durante una noche le brota el siguiente pensamiento; La juventud, la flor de la vida, termina en la vejez, y al hombre le fallan sus sentidos cuando más los necesita. El hombre sano y robusto pierde su vigor y salud cuando la enfermedad lo invade traidoramente. Y al final llega la muerte, súbita quizá e inesperada, y pone término a ese breve trayecto de la vida. Debe haber sin duda una manera de escapar a la insatisfacción del envejecimiento y la muerte.
A los 29 años, llegó a la conclusión de que, si existe la reencarnación tras la muerte, el sufrimiento es eterno. Su misión estaba clara, debía ayudar al hombre a alejarse del sufrimiento. Decidió abandonar las puertas de la jaula dorada de su hogar, con un esfuerzo de voluntad sobrehumano, renunció a su esposa, a su hijo, y a la corona que le aseguraba poder y gloria, abandonó las hermosas vestiduras, se rapó la cabeza y se vistió ascéticamente.
Durante 49 días de meditación y autodominio bajo el árbol Bodhi, el árbol de la Iluminación consigue el Nirvana, la respuesta al sufrimiento.
De esta manera se despejan todas las dudas sobre si Buda es un enviado de Dios, un profeta del mismo. Buda era un hombre normal, un ser humano, que a través de su esfuerzo y perseverancia consiguió liberarse de todo apego, alcanzó la felicidad absoluta y una comprensión de la realidad que está más allá de todo concepto.
Predicó sus enseñanzas durante 45 años a toda clase de personas, de ambos sexos, ricos, pobres, santos y ladrones. No hacía ninguna distinción de clase, de cultura o de sexos. Aceptó la admisión de mujeres al nuevo culto, siendo la primera gran religión que creó la categoría de monjas; algo que en su época causó verdadero horror porque las mujeres no podían entender, ni aspirar al conocimiento religioso.
Personalmente, me considero como la mayoría de este mundo un seguidor de Jesús. Como cristiano, he vivido con él toda mi vida. No he vivido con Buda. Ahora en esta época de mi vida me he convertido en un cristiano no exclusivista y no creo que el cristianismo sea la única religión aceptable, por más que sea mi “hogar”.
Percibo que los budistas ven las cosas de forma diferente y sé que algunos cristianos lo harían, pero el budismo se acerca más a mi forma de ver la vida, más como una filosofía que como una religión.
Hay grandes similitudes entre el budismo y el cristianismo, pero el primero se trabaja muchísimo interiormente, para luego ayudar al ser humano a liberarse del sufrimiento y el apego. Aunque, es cierto, que Jesús decía; amarás al prójimo como a ti mismo.
Quizás sea que me sienta más identificado con el budismo, por cómo la iglesia cristiana ha difundido sus enseñanzas. El cristiano de hoy es poco altruista, es rácano en sus acciones solidarias. Está viviendo en un mundo invadido por el materialismo y el consumo.
En cambio, uno de los principios éticos del budismo requiere transformar el orgullo en humildad y la ira en felicidad, de este modo subrayo, que el crecimiento espiritual no tiene que estar vinculado a la fe religiosa. Hablamos de ética laica, es decir, de filosofía de vida.
El budista debe estar colmado de compasión. ¿Y qué es la compasión para el budista? Sencillamente es el deseo de que los demás estén libres de sufrimiento. Esta compasión nos permite evitar los pensamientos egocéntricos.
He aquí el porqué de mi inclinación por el budismo, pero deseo escribir unas palabras de Buda donde dijo: “Oh monjes y sabios, no me respetéis por quien soy, ni por mis enseñanzas. Debéis someterme a un análisis crítico y aceptarme solo cuando vuestro entendimiento os aconseje hacerlo.”
Esta explicación posee múltiples implicaciones. Pero destaca la más significativa; cada ser humano es libre de elegir y de aceptar cualquier condición religiosa, pero lo más importante es no alejarse de su contenido.



ALEXIS

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