La compasión es el sentido de igualdad y de interconexión de
emociones y sentimientos. Por lo tanto, el amor compasivo es simple y
llanamente reforzar y ayudar al prójimo en su fortaleza para superar las
adversidades que le impiden lograr el anhelo más esencial que todos deseamos:
ser feliz.
El pasado 19 de mayo Tulku Lama Lobsang (el médico del
Tíbet) visitaba por primera vez las islas canarias, concretamente cerramos una
conferencia para el día siguiente en la redonda manzana que vio nacer (Gran
Canaria), siendo un éxito rotundo. 1500 almas abarrotaron el pabellón donde el
maestro tibetano vomitó sus conocimientos filosóficos budistas.
Tuve el honor de compartir varios días con él. Conversaciones,
gestos, silencios, miradas que lo decían todo… Una experiencia más que meto en
la mochila de mi vida.
Si hay algo básico en el Budismo, es ser compasivo. Nada que
ver con sentir lástima o sentimentalismo, porque con ello no podemos apoyar
como deberíamos al otro, no le estaríamos ayudando a aliviar su sufrimiento. Acompañar sin hacernos cargo.
Con Tulku Lobsang entendí mejor la palabra “compasión”, y
cómo llevarla a cabo. Si soy compasivo conmigo lo seré con el otro, si no lo
soy con el otro sería imposible que lo fuese conmigo. Todos somos uno, es
decir, si una persona que está en mi vida pasa por un mal momento y no llego a
conectar con él, no estoy conectando conmigo. En el momento que conecto con la otra
persona puede verme y por lo tanto, puedo verle. Todo lo que das, te lo das.
Ya lo dijo Thich Nhat Hanh: “La compasión sólo es posible
cuando la comprensión está presente”
No hay comentarios:
Publicar un comentario