martes, 29 de marzo de 2011

LOS DOS CAMINOS DE LA VIDA

No hace mucho, un canal televisivo emitió una película que me conmovió intensamente cuando tuve la suerte de contemplarla por primera vez, (aun no deja de hacerlo), porque al verla, nuevamente regó la cantidad de emociones que en su día florecieron.
“Amar peligrosamente”, es un film interpretado por Angelina Jolie en un papel de mujer “atrapada” en su matrimonio con un adinerado banquero.
Una noche, en una ceremonia basada en obras benéficas, conoce a un médico inconformista que dirige programas de ayuda en países azotados por el hambre. Éste, irrumpe en la sala acompañado de un desnutrido niño de color, que en su “sed de hambre”, intentaba comerse su propia lengua. El médico solicitaba ayuda para los países desfavorecidos en los que trabajaba, ante el desvío de las miradas de los adinerados y poderosos. Angelina Jolie, oyendo su apasionada petición, se siente atraída y conmovida por el trabajo que realiza el médico. Osa a emprender un viaje que le llevará a descubrir la verdadera realidad que existe detrás del poderoso mundo del dinero.
Dejando atrás la fantasía del rodaje, me llamó la atención el atrevimiento de Angelina Jolie y de todos los que en su vida, se han arriesgado a vencer el miedo embarcándose en un camino donde el dinero juega un papel secundario.
Lo fácil y cómodo sería girar la mirada, quedarnos inmóviles, acumulando “demasiados” demasiados que no llenan nuestra alma, sino más bien, nuestros armarios en un ejercicio de bulimia consumista insostenible. Normalmente en la vida se nos presentan dos caminos que, difícilmente se entrecruzan, el de llenarnos de objetos o el de engordar nuestra alma. La película refleja gran parte de la realidad, el sendero comúnmente habitado, es en el que vivimos siempre pendientes del producto en promoción.
Un camino donde la avidez y la angustia, buscan llenarse de manera fácil y rápida con soluciones que dependen de un acelerador, de una pastilla o incluso lo más triste, de una droga. Intensidad en grandes dosis, huídas hacia delante, angustia que crea angustia, dependencia. Es la opción “aparentemente” asequible, esa que genera la sensación de “llenado rápido”, pero que, como el cáncer, acaba matando al organismo en el que se aloja.
Frente a ello, aparece el otro camino, el de amar la vida con su materia prima. Ingredientes como la humildad, la sencillez, la gratitud, la compasión, todo aquello que el dinero no puede comprar. Sumergirnos en un trabajo activo sobre nuestro yo experiencia, más que sobre nuestro yo deseante.

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