miércoles, 8 de febrero de 2012

SER REALMENTE LO QUE SOMOS

Mientras esperaba en la sala de espera con la esperanza de que todo me saliera bien, ojeaba una revista, la cual traía entre sus ingredientes, un precioso cuento que narraba así:
“Un hombre lloraba frente a su maestro, quejándose de una imagen que le atormentaba.
-Pienso maestro en el día en que llegue al cielo. Quizá Dios esté esperando para preguntarme por qué no fui como Moisés, como Jesús o como Gandhi… Me angustia darme cuenta de que no voy a poder darle más que excusas absurdas.
El maestro lo mira y le dice:
-A mí me pasa igual…pero diferente. Si cuando yo llegue al cielo, Dios me hace esa pregunta, sé que tendré mucho para argumentar. Sin embargo, si apenas llegue, Él me preguntara: ¿Por qué no fuiste como realmente eres? Sé que sólo podría bajar la cabeza y quedarme mudo, porque no tendría ni una sola respuesta para dar…”
He intentado, para bien o para mal, vivir mis treinta y cinco inviernos de la única manera que he aprendido: “a mi forma”. Tratando de ser fiel a mis creencias, a mis pensamientos y a mis sentimientos. Me cuestionaba en aquella misma silla, que si antes de subir la infinita escalera que conduce al cielo, como leía en el cuento, alguien me hiciera esa pregunta, hoy, tendría clara mi respuesta: “he intentado ser yo en cada segundo de mi vida. He llorado por errores cometidos, atravesado, como la mayoría de los mortales, malos momentos y también he tenido pérdidas”. De hecho, no hace mucho, el abuelito de mis sobrinos nos dejó adelantándonos con paso largo camino hacia el cielo. Domingo Iglesias Rojas, un hombre que en el transcurso de un año y tras su última y definitiva migración desde Venezuela, tuve la gran suerte de conocerle más y mejor. Pasó a mi lado sin hacer mucho ruido, pero creando eco en mi interior. Hoy sólo me queda desearle un eterno descanso.
Y en el camino de los buenos momentos, he intentado atravesarlo de acuerdo a mi definición de “felicidad”, supongo, que cada uno tendrá la suya propia.
Desde mi más sincera modestia, podría responder que siempre he intentado (a veces no lo he logrado) vivir mi vida acorde a mi forma de ser. Nada se puede reprochar a quien lo intenta, ya lo decía Gandhi: “la alegría está en la lucha, en el sufrimiento que supone la lucha, y no en la victoria misma. Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria compleja”.