viernes, 13 de febrero de 2015

LA NO MUTABILIDAD



Llegado a esta edad y pasando por los puentes de mi experiencia, he llegado a la conclusión que no vale la pena luchar por cambiar ciertas cosas. No todas las orugas se pueden hacer mariposas.

martes, 10 de febrero de 2015

ARMONÍA ENTRE PENSAMIENTO Y ACCIÓN

Hace ya algún tiempo que escuché la frase: "Nuestros actos son los que nos definen".
La oí concretamente en una pelicula, hoy no podría decir en cual, pues ya ha llovido lo suficiente como para que las gotas hayan arrastrado el recuerdo de mis neuronas. Lo cierto, es que atravesó con fuerza mi piel por lo que me transmitió en ese momento. Con el paso de los días, profundicé en ella y a partir de ahí, se convirtió en uno de los lemas de mi vida. Me costó tomar conciencia de ella y convertirla en un hábito, pero finalmente ha quedado anclada. Reconociendo que a veces, incumpla con ese ritual.
Tenemos que ser consciente que cada vez que actuamos o decimos algo, estamos generando una impresión en quienes nos escuchan o nos ven. La otra persona en primera intancia se quedará con esa huella, no así con tus pensamientos, ni con el potencial del grandísimo corazón que tenemos. Porque considero que todos lo tenemos. En ese instante, solamente tendrá importancia para el receptor la sintonía entre lo que sientes, piensas y haces.
Ocurre con los sueños, objetivos y anhelos que nos invaden, si no los llevamos a la acción, no nos servirán de nada y seguramente tu emoción será el de una persona de fantásticas intenciones pero de cero hechos.
Es evidente que la vida del ser humano se desarrolla en base a su pensamiento. En funsión a cual sea su línea de razonamiento; armónico, desordenado, rebelde, pacífico, destructivo...así será su relación consigo mismo y posteriormente con los demás.
Si tenemos cuenta que el pensamiento no es otra cosa que información sin sonido, hay que considerar la importancia de la palabra, pues será la manifestación de nuestra reflexión.
El estado idóneo o equilibrado del ser humano se consigue cuando existe armonía entre mente y corazón (pensamiento-corazón), lo cual repercutirá en la relación con nosotros mismos y con los demás, sin dejar lagunas.

lunes, 2 de febrero de 2015

MENTE Y CUERPO SON INDIVISIBLES



El pasado día 22 de un frío mes de enero, Josep Soler impartía una conferencia sobre su libro: “Aventura del Alma”. El Centro de Psicología Tara Blanca había depositado su confianza en mí para que organizara junto a mi empresa, el Ayuntamiento de mi ciudad dicha ponencia.
Una ermita con energía mística fue el lugar acordado. Josep Soler se había quedado fascinado con los muros que nos iban a proteger del frío y donde escucharíamos de su garganta, una experiencia y sabiduría basada en que muchas de las enfermedades provienen de las emociones.
El evento fue cubierto por los medios de comunicación y al día siguiente, una vez pude ver la noticia plasmada en uno de los medios, no pasó en balde un comentario que leí. Alguien había dejado escrito en la noticia su escepticismo a la medicina oriental, a la posibilidad de curar un trombo o un trasplante de médula. Esa persona no firmó con nombre y apellidos. No sé si fue un acto de cobardía, pero suele pasar con frecuencia que se firme bajo un seudónimo, y eso sí me parece un acto cobarde. Según la Psicología, la persona que lo hace no pone al descubierto su parecer por temor a como lo cataloguen los demás. No se planta en una posición porque no tiene seguridad en sí mismo, pero eso es otro tema…
Sí me pareció una lástima, porque me hubiese encantado ponerme en contacto con ella y poder exponerle mi visión sin imponerme a la suya. Todo desde el respeto.
Sin debatir, ni imperar mi forma de ver la medicina. Utilizo este medio para dar mi visión sobre la medicina entre Occidente y Oriente.
Para empezar, ambas son ramas medicinales con diferencias lo suficientemente diversas, tanto en los orígenes como en las formas que se practican, pero las dos persiguen un mismo bien común: El sufrimiento del ser humano.
La división que veo entre ambas, es que la medicina occidental dividió el cuerpo humano en once sistemas (cardiovascular, gastrointestinal, músculo esquelético, neurohumoral, inmunitario linfático, genital, urinario, respiratorio, sensorial, metabólico y endocrino), pero se olvidó del más importante, aquel que une y da vida a todos esos once sistemas: “El energético”.
Es decir, se olvidó del Qi, la “energía”, como decimos en Occidente, que es la fuerza vital del organismo y desde donde nacen todas las cosas. Y para quien no crea en la energía, le diré que en el cuerpo humano funciona como la electricidad, tocamos el interruptor y vemos el milagro en la bombilla. No vemos qué ocurre en ese proceso.
La medicina oriental mira al ser humano como un todo, nada se separa y donde cada cosa está conectada, todo está interrelacionando: Alimentación, emociones, patógenos externos, vida laboral, personal, etc.
Por ejemplo, la Medicina Tradicional China, es una medicina holística ya que entiende que no existen enfermedades, sino enfermos, tiene en consideración no sólo lo que sucede en el órgano, sino también lo que sucede en todo el organismo, la manera de manifestarse, como responde a las influencias externas y a los estímulos del entorno. La medicina occidental se centra en partes aisladas. No quiero decir que una sea mejor que la otra, todo lo contrario, ambas deberían ir de la mano y avanzar juntas. Y conseguir así que el ser humano se libere cuanto antes del sufrimiento.
Como terapeuta holístico entiendo la medicina oriental como complementaria, alternativa y preventiva, pero desde que inicié mi andadura en este maravilloso mundo, todos los maestros que he tenido, me han enseñado a saber delegar en la Medicina Occidental cuando es necesario. Con lo cual, no veo ninguna lucha entre ambas medicinas. Más bien un puente donde cada persona pueda cruzar y probar donde quiere quedarse y volver si así lo desea. No se trata de separar sino de unir.
Quiero matizar lo aprendido mientras estudiaba Acupuntura, y lo experimentado con los pacientes. He comprobado lo que está científicamente probado, la gran conexión que existe entre la mente y el cuerpo. La incapacidad de canalizar de manera adecuada las emociones se traduce en enfermedades físicas, a las que no en pocas ocasiones los médicos no encuentran una sintomatología orgánica que las produzca. A esto se ha llamado en el argot médico, “somatizar”, que no es otra cosa que la expresión física del malestar psicológico.
Para cerrar dejo una frase de la medicina ayurvédica: “Cuando la alimentación es mala, la medicina no funciona; cuando la alimentación es buena, la medicina no es necesaria”.