domingo, 7 de marzo de 2021

LA RELACIÓN DE PAREJA

La vida en pareja gira alrededor de pequeños detalles cotidianos, capaces de romper la estabilidad de la misma. Pero, a la larga, esas mismas nimiedades, esos fragmentos intrascendentes, serán los que consigan unir a "ambas psicologías", para ir logrando equilibrio, asentamiento y solidez. Si regamos con el corazón la convivencia, se convierte en un espacio tranquilo, de reposo, en el que reina la comprensión, fruto del esfuerzo y del tiempo en el que cada uno ha puesto lo mejor de sí mismo. Si todo lo anterior no se da, difícilmente la relación prospere. Entonces, queda transformar el vínculo desde un amor fuerte y maduro, para que ambos puedan amoldarse y ponerse al servicio del otro (sin olvidarse de uno mismo). Para que el amor de pareja marche, no es tanto sentir su capacidad para darnos apoyo o ser acogidos y amados por el/ella. Lo que nos une íntimamente al otro, es su capacidad de despertar en nosotros el amor a la vida; impregnándonos con su disposición a experimentarla y disfrutarla. Estas son las claves de la alquimia del amor: “corazón y cabeza”.

SER UNO MISMO

Dijo Ray Bradbury: “No soy nadie; soy solo yo mismo. Donde quiera que esté soy algo, y ahora soy algo que no puedes impedir”. Con los años (y las experiencias), llega un momento donde uno para y se acentúa la autorreflexión... Con ella, he llegado a la conclusión de que es una maravilla; "vivir tu vida acorde a tu forma de ser". En ocasiones, tenemos que pararnos a pensar por qué queremos lo que queremos. Las metas externas guiadas por sentimientos de vanidad o por la necesidad de ser alguien, pueden alejarnos de nuestros verdaderos deseos y sobre todo; de nosotros mismos. La cuestión en sí, es preguntarse: "¿Eres la persona que querían que fueras o has conseguido ser quien eres?" Ser uno mismo significa tomar contacto con nuestras capacidades y desarrollarlas en base a nuestros dones para ponerlas al servicio del otro y de uno mismo. Edward Young en su obra; "Night Thoughts (Pensamientos nocturnos)", dijo: "La vanidad es hija legítima y necesaria de la ignorancia". En palabras de este autor, el hombre es un ciego que no sabe verse a sí mismo. Cegado por la vanidad, la soberbia, el ego... Y esa imperiosa necesidad de ser alguien, nos empuja a valorar a los demás basándonos en sus logros, posesiones, aspectos y otros baremos impuestos por el ego. Pero en realidad, “ser alguien” no tiene nada que ver con "méritos externos". Nos olvidamos que la verdadera acción es movida por el amor y la humildad. Eso nos acercará más y mejor a ser quienes realmente somos. A vivir sin caretas... "Si para ser alguien hay que traicionarse, es mejor ser uno mismo"