domingo, 4 de octubre de 2015

NUESTRAS CORAZAS

Solemos protegernos con una “coraza” cuando algún hecho o una circunstancia nos atraviesa, con la creencia de que esta "armadura" nos protegerá del próximo golpe emocional o sentimiento. Así, y a medida que las cosas nos pasan, colocamos coraza sobre coraza generando el "efecto cebolla", una capa sobre otra capa, pensando que nos volvemos “más fuertes”, cuando en realidad sucede todo lo contrario.
Es así que las corazas nos permiten mantener la ilusión de amparar nuestras creencias y nuestras emociones. Es una “ilusión” dado que, en poco tiempo los demás las detectan.
Pensamos que cuando más corazas tengamos más protegidos estaremos, esto sería totalmente cierto si estas corazas nos permitieran alejarnos solamente de quienes nos pueden hacer daño, y no de quienes también nos aman…
Ese muro impide que algo entre, pero también que algo salga. Pero intentemos, como también me digo a mi mismo, que esa armadura sea de quita y pon, y desprendernos de ella cada vez que podamos porque corremos el riesgo de que se quede adherida a la piel. De esta forma conseguiremos que no haya huecos para que la vida nos viva y nos de un revolcón de vez en cuando para que nos despeine.