jueves, 28 de octubre de 2010

LIBERTAD PARA SER

Escuché decir al Dalai Lama que la verdadera religión tendría que liberarnos, quitarnos miedos y no esclavizarnos.
Estoy totalmente de acuerdo con el Nobel de la Paz de 1989 y agrego: "no sólo debería ser la religión, sino quien tiene un poder de convicción descomunal sobre nosotros": “la sociedad”.
La libertad… ¿un premio? ¿una victoria? ¿un derecho? ¿una manera de vivir?
En el mundo en que vivimos, para mí…una virtud. Una virtud porque engloba la tranquilidad de hacer lo que deseas si eres capaz de apartar los miedos, si ahuyentas las pesadillas que atrapan tus sueños.
Decía Oscar Wilde que “la mejor manera de librarse de la tentación era cayendo en ella.
Somos libres de hacer lo que queramos… cantar, llorar, correr, soñar, reír…no sólo PODEMOS sino DEBEMOS hacerlo, de la manera como nos sintamos bien con nosotros mismos será la mejor manera de vivir.
Que nada te prive de VIVIR, siente sin límites, refleja tus deseos en tus acciones…

domingo, 24 de octubre de 2010

DELEITARSE CON LA VIDA


A diferencia de las bicicletas de paseo, las de carrera no tienen PIE DE APOYO, sólo pueden mantenerse en EQUILIBRIO mientras corren.
Y así, hay mucha gente que pasa por la vida, sin disfrutar parándose a contemplar las pequeñas cosas que nos hacen GRANDES.
Es imposible gozar de las cosas pasando por ellas a la carrera, y a veces con disminuir la velocidad no basta.
En esos casos, para deleitarse con el paisaje es necesario detenerse, aun a riesgo de perder el empuje, de perder el equilibrio, y lo más importante, aun con el riesgo de perder la carrera

lunes, 18 de octubre de 2010

LA VIDA...UN VIAJE EN TREN

Hace tiempo leí un artículo en una revista, comparaba nuestra vida con un viaje en tren. Siempre lo había oído, desde mi perspectiva, es una comparación interesante. Atractiva porque nuestra vida, realmente es como ese viaje en tren, sí, lo es porque está llena de embarques y desembarques, de pequeños y grandes accidentes en el camino, de sorpresas agradables, con “alegres subidas y bajadas tristes”.
Cuando nacemos, es como si subiéramos a un vagón de ese tren, rápidamente encontramos a dos acomodadores, que seguramente nos harán conocer el viaje, eso sí, según sus experiencias: nuestros padres.
Lamentablemente, ellos bajaran en alguna estación y para no volver a subir más (me resisto a la idea de que algún día no me acompañen en mi vagón). Pero a pesar de esto, nuestro viaje deberá continuar, aunque de que de vez en cuando haya un pequeño retroceso. Tendremos la suerte de conocer a otras interesantes personas durante esta larga travesía, entre ellos nuestros hermanos, amigos y amores…
Muchos de ellos sólo realizarán un corto “paseo”, otros estarán siempre a nuestro lado, compartiendo alegrías y tristezas.
En el tren, también viajaran personas que andarán de vagón en vagón para ayudar a quien lo necesite, cubriendo así, sus propias necesidades en la mayoría de los casos. Muchos se bajaran y dejaran recuerdos imborrables, otros lo harán y no dejaran nada.
El tren disminuye su velocidad para que suban y bajen personas. Ahí es cuando nuestra emoción aumenta, nuestro corazón se acelera a medida que el tren va parando… ¿quién subirá? Y lo más triste, ¿quién se bajará? La vida es pura incertidumbre.
Hay quienes, en cambio, viajaran simplemente ocupando asiento, sin que se perciba que están allí sentados. Es curioso ver como algunos pasajeros a los que queremos deciden sentarse alejados de nosotros, en otros vagones, eso nos obliga a realizar el viaje estando separados de ellos, sin impedirnos, aunque tal vez con alguna dificultad, acercarnos.
Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, utopías, paradas, esperas, llegadas y partidas.
Intuyo que este tren solo realiza un viaje, el de ida, deberíamos intentar “reunir” para hacernos con un billete en “primera” y así disfrutar mientras dure el recorrido, pues el gran misterio de esta aventura es no saber en qué estación nos tocará bajar.
A ti, que lees estas líneas desde tu vagón, te dejo un abrazo enorme y agradezco tu compañía en este instante de tu viaje…

domingo, 10 de octubre de 2010

HORIZONTALIZAR NUESTRO YO


Hace días “masticaba” una frase de Gabriel García Márquez donde el escritor y novelista colombiano, había añadido en su carta de despedida de la vida pública, conmovedora por cierto, debido a su estado de salud (cáncer linfático). La expresión decía así:
“He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse”.
Después de ingerir ese pensamiento del nobel de literatura, me encontré con un “mendigo” en la puerta de un templo, que sentado, pedía dinero a diestro y siniestro. Le "ofrecí" un par de monedas, y mientras me retiraba de la “escena” oía a un chico que salía detrás de mí, diciendo: ¡“el pobre”! Y me cuestiono: “El pobre, ¿por qué?” Si analizamos la situación y la fusionamos con la nota de Gabriel García Márquez, desde mi modesta opinión, no tiene nada de “envidiarle” al desamparado que “demandaba” en la puerta de la iglesia. ¿Acaso una persona económicamente “sobrada” no tiene carencias? Quizá sea más exiguo que el primero. Lo cierto es que al oír las palabras del hombre que me acompañaba en la salida de la primitiva basílica me hicieron reflexionar acerca de dónde podemos situar nuestro ego.
Si “horizontalizamos” nuestro “yo”, ni él está por debajo de mí, ni yo estoy por encima de él. Claro que aquí, la humildad se pone de pie. Ser humildes puede abrirnos hasta las puertas más grandes y pesadas existentes. Ésta es todo lo contrario a la soberbia, uno de los siete pecados capitales.
Si alejamos nuestro ego y en lugar de criticar, nos pusiéramos siempre en primera persona, antes de “señalar” al prójimo, quizá pudiéramos paliar los prejuicios que tan lejos nos mantienen de las relaciones con los demás.
¿Le echas un pulso a tu ego?

domingo, 3 de octubre de 2010

LA VIDA ES SUEÑO

El pasado día, después de mirar los comentarios que mis buenos “amigos” me dejan en las humildes reflexiones que “intento” poner día a día en mi perfil de Facebook, destacaba el de mi querida “camarada” Mónica. Hacía referencia a los que sueñan por soñar, y desde aquí, deseo responderle.
Estimada Mónica:
Día tras día tengo mis sueños. Hay amaneceres en los que el deseo se apodera de mí y de mis metas. Objetivos por cumplir en mi futuro y algo que tengo presente siempre es que no debo dejar de soñar, pero no soñar desde el pensamiento “que bueno sería tener tal cosa, o ser tal otra…” esos no son sueños, son sólo deseos.
El verdadero sueño es aquel que tiene una verídica determinación en él, uno que ya estamos convencidos de lograr.
Cuando sueño o cuento algo a uno de los míos (cercano, muy cercano) sobre mis proyectos para el futuro (no lejano) lo digo a veces hasta con las fechas en que ese sueño pueda estar cumplido. A veces me asalta la seguridad de que lograré todo lo que sea positivo para mi vida, que no tengo la más mínima duda del potencial humano para hacer cualquier cosa.
Eso es lo que tengo presente cada día…quizá por la gran influencia que ha tenido el budismo en mi vida, y principalmente, su pensamiento y manera de ver el mundo, me ha abierto la mente (aún queda mucho por abrir) de una manera que nunca podré dejar de agradecer. Pero no sólo agradezco tal apertura de una manera que hasta a mí, me extraña… también agradezco porque he podido ayudar con ello a muchas otras personas alentándolos a que no deben dejar de soñar. Que todo puede cumplirse y que no debemos nunca dudar del potencial de nuestro ser, de nuestra “budeidad” (para cada cual, su fe).
A veces los sueños tardan en cumplirse pero siempre llegan, quizá no cuando los esperamos pero si cuando realmente son necesarios para nuestra vida. Ya en repetidas ocasiones, he enumerado una frase budista: “A veces la vida te quita lo que más amas, para darte lo que más necesitas”. He visto este tipo de cosas en experiencias ajenas a mí, y también conmigo, por lo que tengo total seguridad de que la perseverancia y el esfuerzo tienen resultados exactos.
Y de tanto hablar de sueños, me ha dado sueño…(y por lo tanto, voy a soñar...)