lunes, 19 de abril de 2010

EL TIEMPO


Se cuenta que hubo una asamblea de animales y que éstos se quejaban de que los humanos les arrebataban cosas que les pertenecían. La vaca, se lamentó de que le quitaban la leche. La gallina, de que le robaban los huevos. El cerdo, que se aprovechaban de su carne para hacer jamón. La ballena amargada, cansada de la caza para obtener su aceite. Pero el caracol sabía que él tenía algo que los humanos deseaban por encima de todo y que se lo robarían si pudiesen: tiempo.

Una vez más, escojo un cuento que me sirva de plancha para desmenuzar el tema que deseo servirles a todos los que leen mis humildes letras, y así, conseguir llenar vuestros “estómagos”.
Cada día me tropiezo con muchas personas que se quejan por la falta de tiempo, que no realizan muchos de sus proyectos porque les falta “espacio”. “¡Ojalá y el día tuviera más horas!”. Y me pregunto, “¿para qué?” Si tuviera más de veinticuatro, estoy seguro de que pediríamos sumarle unas cuantas, porque nos “ensañaríamos” mucho más “tiempo”, haciendo lo mismo que hacemos ahora, sin llegar a disfrutar de lo que deseamos.
Nuestras vidas giran alrededor de un reloj interno cuyas agujas marcan las obligaciones impuestas. Vivimos para “cumplir” con lo implantado: el trabajo, la casa, los niños (para quien los tiene), la comida… Esto debería hacernos reflexionar. Es curioso, al menos a mí me ocurre, cuanto más nos liberamos de las tareas rutinarias, más nos saturamos de actividades, hasta el punto de volver a necesitar más tiempo. Es como correr hacia algún lugar y sin saber ni siquiera hacia donde. Sólo hay algo que nos hará parar, el propio tiempo, y con la edad, cambiará el sentido de éste. Supongo que cuando cumplimos años, es cuando decimos que el “tiempo”, se nos ha echado encima y nos sentimos más cansados, acoplándonos a la rutina para no realizar aquello que deseábamos. Y así pasamos por la vida, dejando miles de cosas sin “saciar” por nuestro apetito interno. ¿La culpa la tiene el decurso de nuestra vida o la actitud que tenemos ante éste?
Para contestarme a esta pregunta, intento hacerlo a una antes: ¿cómo empiezo el día cuando me levanta el despertador, y cuando me despierto por mi cuenta? Los pensamientos condicionan nuestro comportamiento. Siento, o mejor dicho, percibo, cuando hablo con mis amistades sobre este tema, que dejamos atrás nuestras almas en medio de las prisas, nos olvidamos de los sueños que tenemos, de la empatía y sobre todo, de la necesidad de maravillarnos. De hecho, siempre parece que estamos empujando el almanaque, anhelando que llegue Semana Santa, algún puente antes de las vacaciones para salir de nuestra agitada vida y dominada por el reloj. Este sentimiento de que carecemos de tiempo es el resultado de la actitud que tenemos ante esta sociedad marcada por el materialismo, acumular experiencias, hacer cosas y sobre todo, cumplir con las obligaciones, antes de disfrutar y “vivir” nuestra vida.
Una vez, un gran amigo, (el cual no me dejó que le nombrara), dijo que esto no le pertenecía, que son mis letras, (pero mis letrillas dejan de ser mías, una vez expuestas) leyó que “en lugar de contar las horas ojalá pudiéramos cuantificar los momentos de silencio, cuando hacemos lo que nuestro corazón anhela… o cuando no hacemos nada en absoluto”.