miércoles, 29 de junio de 2016

ENTENDER MI DESTINO

Voy a vivir cada latido, cada segundo, cada inhalación porque será la única forma que tenga para entender mi destino.

lunes, 13 de junio de 2016

AMOR COMPASIVO (TULKU LAMA LOBSANG)



La compasión es el sentido de igualdad y de interconexión de emociones y sentimientos. Por lo tanto, el amor compasivo es simple y llanamente reforzar y ayudar al prójimo en su fortaleza para superar las adversidades que le impiden lograr el anhelo más esencial que todos deseamos: ser feliz.
El pasado 19 de mayo Tulku Lama Lobsang (el médico del Tíbet) visitaba por primera vez las islas canarias, concretamente cerramos una conferencia para el día siguiente en la redonda manzana que vio nacer (Gran Canaria), siendo un éxito rotundo. 1500 almas abarrotaron el pabellón donde el maestro tibetano vomitó sus conocimientos filosóficos budistas.
Tuve el honor de compartir varios días con él. Conversaciones, gestos, silencios, miradas que lo decían todo… Una experiencia más que meto en la mochila de mi vida.
Si hay algo básico en el Budismo, es ser compasivo. Nada que ver con sentir lástima o sentimentalismo, porque con ello no podemos apoyar como deberíamos al otro, no le estaríamos ayudando a aliviar su sufrimiento. Acompañar sin hacernos cargo.
Con Tulku Lobsang entendí mejor la palabra “compasión”, y cómo llevarla a cabo. Si soy compasivo conmigo lo seré con el otro, si no lo soy con el otro sería imposible que lo fuese conmigo. Todos somos uno, es decir, si una persona que está en mi vida pasa por un mal momento y no llego a conectar con él, no estoy conectando conmigo. En el momento que conecto con la otra persona puede verme y por lo tanto, puedo verle. Todo lo que das, te lo das.
Ya lo dijo Thich Nhat Hanh: “La compasión sólo es posible cuando la comprensión está presente”

viernes, 3 de junio de 2016

DEJAR ATRÁS LO QUE YA NO ESTÁ




Cada día que transcurre se supone que no soy el que era, aunque hoy sea la herencia del que hablamos. Significa que cambiamos constantemente, y también que a mi lado ya no tengo las mismas cosas o quizá las mismas personas. Es ahí, donde me quiero centrar, en el duelo.
Desde mi experiencia, puedo hablar de los duelos como ensayos imprescindibles para nuestro crecimiento emocional. Ninguna de estas sensaciones escapa de la tristeza y lo normal es que venga acompañada de dolor, pero me pregunto: “¿Hay alguna salida que nos fortalezca más sino es a través del dolor?”
La vivencia de cada uno frente a un duelo es un asunto único y muy personal, sin embargo aunque todos somos diferentes y ya lo canta Bebe: “Cada uno en su universo siente su dolor como algo inmenso”, también es cierto que cada duelo se parece a todos los duelos propios y ajenos en ciertos puntos que son comunes,  y que nos ayudarán a entenderlos. De hecho, ayudar en un proceso de dolor implica conectar a quien lo padece con el permiso de expresar sus emociones, cualesquiera sean, a su manera y en sus tiempos. La vida me ha dejado verle una parte, si encontramos una forma de expresión de las vivencias internas ayudará a aliviar el dolor a quienes transitan por este sendero. De ahí la frase: “Emociones expresadas, emociones superadas”.
Con este bagaje (aún me queda mucho por aprender), he entendido que me guste o no, un día seré abandonado por alguna persona, una situación, una etapa…y si no fuese así, si yo muriera antes de que me dejen, debo aceptar que aún en vida, si esto sucede, todo seguirá sin mí. Quizá eso me ayude a no apegarme a nada ni a nadie. Y si eso no es suficiente para aprender que nada nos pertenece, sería bueno que reflexionáramos con esta pregunta que se ha ido formando con cada tirita que le he ido poniendo a este corazón: “¿Puedo disfrutar de algo o de alguien si sólo estoy pendiente de que nada ni nadie me lo robe?” Personalmente he adquirido la respuesta.
Toda pérdida por pequeña que sea, supone dolor pero también trabajo. Un dolor que duele y un trabajo que la vida nos ofrece para crecer. En mi vida, como muchos, nos hemos quedado atrapados dentro de una armadura que nos protege para no volver a sufrir ese dolor. La única manera de no padecer es no amar, pero como decía Platón: “Aquel a quien el amor no toca, camina en la oscuridad”.
Intuyo que a nadie le gustará transitar siempre en la oscuridad porque la luz es maravillosa “mientras dura”.
La oscuridad es quedarse anclado en la vida que ya no es, quedarse con las personas que ya no están, quedarse con las cosas que se han deteriorado y estoy seguro que esto no es lo que deseamos porque no es bueno ni para mí ni para nadie. No me cabe duda que transitar estas etapas y dejarlas atrás es doloroso, pero si lo pensamos bien, desde que dejamos el útero es doloroso. Por eso nunca puse en duda una frase que le escuché a alguien que ya no está en mi vida: “Algunos vienen a vivir y otros vienen a aprender (a vivir)”.
Todas las experiencias implican una pérdida, pero gracias a haber perdido cosas, personas…hemos ganado otras. Y gracias a lo perdido y no sólo a lo ganado soy este que escribe.
Y este es el ciclo de la vida, descubres que con el tiempo y las experiencias los duelos son imprescindibles para nuestro proceso de crecimiento personal y que algunas pérdidas son necesarias para madurar. Como también es imprescindible no hacerse el fuerte, ni guardarse nada y darse permiso para sentir y expresar dolor, tristeza, rabia y hasta miedo por el futuro porque de esta forma, es como todo irá disminuyendo.
Una vez, todo se vaya podando iremos acercándonos a nuevas puertas, y cuando estemos frente a ellas, tener el valor de girar el picaporte porque eso es crecer.
Con este crecimiento, viviremos todo de forma distinta, más conscientes, más maduros, y madurar es aceptar que para crecer es necesario sentir dolor.