jueves, 24 de junio de 2010

SOLO CON TU SOLEDAD


A veces, en ocasiones, mi ALMA pide soledad; nada más, nada menos. Necesidad de vaciarme de mundo y de mente, conseguir que mi corazón agote las reservas.
Necesidad de estar solo, de querer ORQUESTAR mi movimiento corporal con la sinestesia multifacética de cada expresión de vida que siento. En la SOLEDAD elegida, no puede existir DOLOR, hay bienestar, dulzura visceral.
El problema radica en comunicar esta URGENCIA del alma sin herir a quien está cerca, ser comprendido, no JUZGADO.
Instalarse en el verdadero YO, olvidando todo lo que acontece. Permitir que sólo el AIRE que nos rodea nos conecte con lo INVISIBLE. Como un océano de PAZ que "engolfa" nuestro espíritu pero sin ahogarlo.
Maimónides, filósofo y médico hebreo - español, afirma que DIOS es, pero desconoce qué es.
El corazón del hombre puede SENTIR y COMPRENDER sus sueños, pero jamás descifrará el significado OCULTO que nos permite volar más allá del miedo.
Los que despiertan pero siguen dormidos no podrán empaparse de la brisa interna que alientan sus decisiones y ahuyentan a las AVES carroñeras del miedo.
¿Puedes estar sólo con tu soledad?

miércoles, 9 de junio de 2010

APAGAR LA LUZ PARA NO VER LA REALIDAD

Cada mañana, en la antesala de la hora de llegada a mi trabajo, como de costumbre, enciendo el televisor una vez me haya levantado el despertador. Paso por la ducha y con las últimas gotas resbalando por las zonas donde la toalla no llega a secar, me siento con café en mano, a ver las noticias matinales.
No salía de mi asombro cuando escuchaba y veía las imágenes de un “vagabundo”, que, después de ser atracado (es curioso, asaltar a un pobre) lo habían apuñalado. Éste perecía en el suelo y no por la “estocada” en sí, sino porque permaneció tirado durante dos horas sin ser asistido. Una, por los viandantes que pasaban por allí y sólo veían como un mendigo “anidaba” en la acera inmóvil, y dos, porque la asistencia sanitaria se demoró más de dos horas en acudir a su ayuda.
Dirección a mi trabajo, masticaba tales imágenes (o lo intentaba). Cómo los peatones sin llegar a pararse, miraban el cuerpo de un “ser humano” mal vestido, filtrándose en mi mente mientras rumiaba las siguientes preguntas: ¿Y si hubiese ido cubierto con traje y corbata? ¿Se hubiesen parado? ¿Se hubiera salvado?
Mi respuesta tenía doble “veredicto”. Quizá si, quizá no.
“Sí”, porque siempre nos resulta más fácil atender a alguien con una apariencia fisica notable que a un simple “holgazán”.
“Y no”, porque son muchas las “personas”, que de cualquiera de la maneras apagan la luz para no ver la realidad.
Ver la realidad a la que somos “sometidos”, duele, horroriza y hasta escuece, pero no por evitarla, dejará de existir o cambiará. Y digo sometidos, porque son pocas las personas que acompañan a sus latidos, pocas las que deciden no divorciar lo que hacen de lo que desean.
¿Cuántos somos los que cerramos los ojos o distraemos intensionadamente la vista hacia cosas que nos mantengan alejados de lo que es real?
¿Podríamos encender la luz que nos permita ver la realidad?
La respuesta a estas preguntas como normal general, sería “sustituyendo” en lugar de enfrentarnos a la realidad.
Quizá, para algunos, suplir lo que estaba, es una forma de enfrentarse a la realidad, no lo pongo en tela de juicio, quién soy yo para juzgar las acciones de los demás. Simplemente considero, desde mi perspectiva, que enfrentarse a la realidad no debería ser sustituyendo nada de lo que nos ha sido arrebatado, (y vuelvo añadir, muy respetuasamente que para otros sí lo sea).
¿Existe alguna realidad en tu vida que estas evitando ver?