Sin apenas darnos cuenta, se ha
instalado el cielo de diciembre sobre nuestras cabezas. Con él, llega la
navidad, tiempo de reencuentros (incluso el más importante, con uno mismo).
Un periodo para hacer balance de
cómo han transcurrido los once meses restantes. Para muchos, una fecha muy deseada,
para otros, no es tan bien recibida, pues siempre esta época viene abrazada de
cierta nostalgia. Tristeza por los que se han ido, por los que no han podido
venir…nostalgia por no tenerlos a nuestro lado de una manera u otra, en unas
fechas tan señaladas. En ambos casos, la Navidad es un momento transitorio
donde posee la característica de engrandecer nuestro lado más tierno,
afectivo, humanitario y a
la vez da rienda suelta a
nuestro punto más consumista. Este flanco suele conseguir
anestesiarnos, consiguiendo que
olvidemos valores éticos y morales.
Corren
momentos delicados para nuestros bolsillos y personalmente le veo la parte
positiva. Es una oportunidad para unirnos y crear. Hasta para el más escéptico
trae la credibilidad de que todo aparte de ser especial, deseable y sobre todo,
“diferente”, es momento de unión.
En este
desértico tiempo de crisis que deambula, muchos son los que harán milagros para
llenar la mesa y festejar un opulento momento de felicidad. Al fin y al cabo,
compartir. Ese es el verbo que más unión genera en el ser humano y en cualquier
especie. Tiempo de cumplir un rito y una tradición que nos ayuda a entender que
lograr la unidad siempre conlleva un compromiso y que el sentido de comunidad y
de propósito común debe anteponerse al egoísmo personal.
Es por ello
que compartiremos las miles de bombillas que iluminaran las calles “dándole
vida a la vida”. Se genera una fuerza motriz que nos impulsa a disfrutar de ese
olor a castaña asada que impregna el ambiente en las calles y nos ciegan las
luces que emanan de los escaparates.
Nos adentramos
en un nuevo año, donde por costumbre solemos tener la esperanza de que todo
será diferente, sin a veces darnos cuenta, de que sólo cambia, aquello que
intentamos que cambie. Está en nosotros poder modificar las cosas, aunque esta
quimera se instala en cada uno de los mortales cada vez que en esta misma fecha
evoluciona el calendario.
Mientras
giro las bisagras que cierran este artículo, un año más, les deseo a todos una Feliz Navidad y un año
especialmente “cargado” de salud y de grandes momentos.
1 comentario:
Supongo q es lo q nos han enseñado..esperar estas fechas para hacer balance d todo el año, y esperar q sea bueno y bonito.. Y si no lo es? Q desilusión!!. Así medimos nuestro tiempo. Yo soy incapaz. Si hago algo, es rescatar momentos y vivo tantos q me es imposible hacer balance y menos de todo un año!. Pq los acontecimientos hacen consciente nuestra consciencia?. Yo si estoy "despierta" estoy, no tiene q venir la navidad a despertarme. Si todos tuviéramos luz interior.. No necesitaríamos bombillas para iluminar! Jajaja. Preciosa foto Alexis. Gracias por los buenos deseos, q los goces tu también.
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