Se llama Moli...es una labrador y en esta imagen es la pura
representación de la esencia de la "amistad" con mi hija. Desde que
llegó, inmediatamente surgió entre ellos, esa obediencia y quietud a la vez que
es capaz de transmitir en este caso el perro sin necesidad de pedirla, esa
complicidad que invita a ver la vida siempre como un juego. La verdadera
amistad es desinteresada, pues más consiste en dar que en recibir, lo cual no
implica que no sea necesaria una correspondencia, un
afecto y una benevolencia mutuas. Es un claro ejemplo al estar siempre
predispuesta al reencuentro, acompañando incondicionalmente en cada uno de mis
naufragios, aquilatando a veces los momentos de soledad, animándome cuando la
angustia me ensombrece, invitándome a uno de estos mágicos paseos, regalándome
toda su atención y su lealtad.
Hoy ha sido un paseo donde los dos ventilamos
nuestras almas.
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