miércoles, 9 de junio de 2010

APAGAR LA LUZ PARA NO VER LA REALIDAD

Cada mañana, en la antesala de la hora de llegada a mi trabajo, como de costumbre, enciendo el televisor una vez me haya levantado el despertador. Paso por la ducha y con las últimas gotas resbalando por las zonas donde la toalla no llega a secar, me siento con café en mano, a ver las noticias matinales.
No salía de mi asombro cuando escuchaba y veía las imágenes de un “vagabundo”, que, después de ser atracado (es curioso, asaltar a un pobre) lo habían apuñalado. Éste perecía en el suelo y no por la “estocada” en sí, sino porque permaneció tirado durante dos horas sin ser asistido. Una, por los viandantes que pasaban por allí y sólo veían como un mendigo “anidaba” en la acera inmóvil, y dos, porque la asistencia sanitaria se demoró más de dos horas en acudir a su ayuda.
Dirección a mi trabajo, masticaba tales imágenes (o lo intentaba). Cómo los peatones sin llegar a pararse, miraban el cuerpo de un “ser humano” mal vestido, filtrándose en mi mente mientras rumiaba las siguientes preguntas: ¿Y si hubiese ido cubierto con traje y corbata? ¿Se hubiesen parado? ¿Se hubiera salvado?
Mi respuesta tenía doble “veredicto”. Quizá si, quizá no.
“Sí”, porque siempre nos resulta más fácil atender a alguien con una apariencia fisica notable que a un simple “holgazán”.
“Y no”, porque son muchas las “personas”, que de cualquiera de la maneras apagan la luz para no ver la realidad.
Ver la realidad a la que somos “sometidos”, duele, horroriza y hasta escuece, pero no por evitarla, dejará de existir o cambiará. Y digo sometidos, porque son pocas las personas que acompañan a sus latidos, pocas las que deciden no divorciar lo que hacen de lo que desean.
¿Cuántos somos los que cerramos los ojos o distraemos intensionadamente la vista hacia cosas que nos mantengan alejados de lo que es real?
¿Podríamos encender la luz que nos permita ver la realidad?
La respuesta a estas preguntas como normal general, sería “sustituyendo” en lugar de enfrentarnos a la realidad.
Quizá, para algunos, suplir lo que estaba, es una forma de enfrentarse a la realidad, no lo pongo en tela de juicio, quién soy yo para juzgar las acciones de los demás. Simplemente considero, desde mi perspectiva, que enfrentarse a la realidad no debería ser sustituyendo nada de lo que nos ha sido arrebatado, (y vuelvo añadir, muy respetuasamente que para otros sí lo sea).
¿Existe alguna realidad en tu vida que estas evitando ver?

4 comentarios:

Namaskar dijo...

Que bonitas palabras Ale, para describir una de las verdades más grandes de nuestras vidas: "APAGAMOS LA LUZ PARA NO VER LA REALIDAD". La verdad es que tal como lo transmites en tu escrito, ver a veces la realidad más real “duele, horroriza, y hasta ESCUECE”!!! Y no hablo solo de la realidad “ajena”, en este caso un “desolado vagabundo” no solo aterrorizado por el miedo de lo que le ha sucedido sino por el pavor a lo que incluso así veía a su alrededor que continuaba sucediendo: “NADIE SE PARA un rato Y MIRA, para no dejarse afectar”: cuantas “almas” sin cordura Ale!! Pero y… que hay de NUESTRA realidad???: la nuestra "propia", la de nuestro ser más profundo, la que de verdad contenemos y no solo nos sostiene, la de nuestros comportamientos más intrínsecos, la de nuestras actitudes para con nosotros mismos,la de nuestros pensamientos y anhelos, deseos…la realidad más real de nuestra manera de obrar y hacer para conmigo y por tanto para contigo..., la de esa realidad nuestra que brota de nuestro corazón y lo que hacemos con ella!!! Esa realidad que nos desvela quienes somos realmente, invitandonos a seguir descubriendonos y que por miedo y por comodidad, a veces decidimos intencionadamente esquivarla y anestesiarla y continuar SUB-viviendo: iluminando solo esa parte de escenario inventado y diseñado a conciencia por nosotros mismos, invirtiendo el tiempo que no empleamos en la realidad real en dibujar la trama siguiente a interpretar por nosotros mismos para poder seguir así engañandonos haciendo como que avanzamos sin avanzar en una realidad que no es la real… sino la prediseñada, la socialmente más acepatada para los de “este mundo" del que formamos parte y que llamamos “sociedad”...

Ale, claro que podríamos encender la luz para ver la REALIDAD,y todos lo sabemos pero y hay realidades que no son bien admitidas ni aceptadas, ni bien toleradas en nuestro convivir con los demás, pues son realidades,que permiten distintos puntos de vista y a las que precisamente por esto no todos conseguimos ADAPTARNOS de la misma manera ni igual de bien, y por esas diferencias surgen las disputas y las consiguientes desavenencias pues cada cual avanza a un ritmo, el suyo propio sin esperar a nadie ni por nadie y precisamente por eso nos inculcan el evitarlo. De cada uno de nosotros dependerá la decision de transitar por tales realidades el día que descubramos que ir SOLOS no significa estar en soledad, como en muchos casos esta sociedad nos vende empañandonos de prejuicios el verdadero viaje que es LA VIDA.

Sabes Ale?? Contestando a tu pregunta..de una forma generalizada te diría que pienso que sí, que puede tal vez que siempre haya a nuestro alrededor realidades que evitamos ver, y es totalmente loable ya que VIVIR implica ESCOGER un camino/s por los que decidimos andar lo cual a su vez significa ABANDONAR otros en los que puede igualmente haya tambien porciones de REALIDAD…por tanto habrá realidades que sin ser consciente (o del todo consciente) estaré evitando ver…

No obstante aquí y ahora, a titulo más personal, en este tramo de mi camino y acompasada por mis latidos te diré muy conscientemente mi querido Amigo y con argumentos (en mi humilde parecer suficientes) que si hay algo que evito es todo aquello que me reste y que me impida no evitar!!!

Un placer leerte capullo, GRACIAS POR CONTRIBUIR A PONER NOMBRE A "LA REALIDAD"… y Felicidades una vez más Pepito Grillo porque me resulta más que admirable esta habilidad tuya de transmitirnos con tanta sencillez lo esencial de la VIDA!! Un besazo gigante Pensador!! Me encantó Ale :)

Anónimo dijo...

Hola Alexis. Esta reflexión me ha trasladado a mi infancia, de eso, cada vez hace más tiempo, y al pueblo donde nací y viví hasta trasladarme aquí. Me ha hecho recordar las puertas de las casas abiertas, con sus bombonas de butano, sus bicicletas en la puerta, y ocasionalmente, las bolsas de las compras que los vecinos iban realizando en consecutivos recorridos. La desconfianza y el miedo al vecino, parecían no existir. Todavía hoy, en San Gregorio, hay casas abiertas, puertas que ofrecen al que transita por la acera una invitación a la amistad. Pero algo extraño está pasando. Cuando a nuestros hijos nos vemos obligados a decirles que no cojan caramelos de desconocidos, que no se acerquen a coches que no conocen cuando les pregunten por una dirección, o cuando por precaución, metemos la bicicleta en el garaje y cerramos la puerta de casa. Y, a mi modo de ver, ahí empieza el problema, para no tender la mano a esa persona que en cualquier esquina, puede estar pidiendonos a gritos ayuda. ¿Qué es? Individualismo, autoprotección, egoísmo, falta de solidaridad... No me gustaría oir de mis labios aquello que oía de algunos abuelos, "cualquier tiempo pasado fue mejor..." Hoy en día, nacen cientos de organizaciones no gubernamentales, sin ánimo de lucro, empeñadas en trabajar por la solidaridad, el hermanamiento, la ayuda a los desfavorecidos en causas de lo más variopintas. Quizas antes, cada vecino, cada casa, tenía sus propias ONGs montadas en esa puerta entreabierta y ahora simplemente hemos institucinalizado y reglamentado la convivencia y la solidaridad. Ojalá sea sólo eso.
Gracias por esa puerta abierta a la reflexión.
Un saludo. Javier.

Alma Mateos Taborda dijo...

Qué bueno ha sido descubrir tu blog y leerte. Esta entrada nos enfrenta a una situación que es muy común en estos años de individualismo y crisis y donde la vida no vale demasiado. Duele, duele demasiado esto. UN abrazo. Te sigo.

Ángel Veci dijo...

Eres un crack. en tiempos que corren es difícil leer a alguien tan cercano y con convicción. Jóvenes que escriben desde el corazón,para ser leídos con ese mismo órgano. Un año llevo regando mi mente con tus letras, espero seguir disfrutando de tus palabras. Un fuerte abrazo.