viernes, 18 de diciembre de 2009

Y LLEGÓ LA NAVIDAD...


…siempre abrazada a diciembre, mes que mientras “no cambiemos el calendario”, será el que indique que el año llega a su fin. Cierra una etapa, un ciclo, dejando atrás nostalgia por los buenos instantes exprimidos y la ilusión por transformar los momentos difíciles. Da paso a unos días llenos de ilusión y esperanza. Esperanza, para que todo lo que conlleva la llegada de un nuevo año, llene los vacíos y “rebose” los que ya estaban llenos.
Las noches, “dejan de ser noches”, se iluminan por miles de bombillas, escaparates alumbrados, el humo de las castañas asadas y sobre todo, lo que realmente da VIDA a estas fechas, los niños, hasta altas horas de la madrugada jugando con los estallidos de los petardos, consiguiendo que respiremos un olor típico en estas fechas. Mientras inhalamos esa “fragancia” a dinamita quemada, nos invade el optimismo por el cambio, y no sólo de un nuevo año que empieza a asomarse. La ilusión por una “permuta” trae consigo, hasta para los escépticos, la credibilidad de que todo será especial, deseable y sobre todo “diferente”.
La llegada de los venideros doce meses arrastra una quimera “vendida” por nuestra idiosincrasia para que nuestras vidas cojan un rumbo distinto al presente. Girar el timón hacia un futuro floreciente, a mí entender, depende de nosotros. Tenemos el potencial necesario para cambiar interiormente y todo cambio, es un proceso de transformación interna que nos permite comenzar a dirigirnos en una nueva dirección, alejándonos de lo que nos desagrada y perjudica, y acercándonos hacia lo que nos beneficia y produce placer. Ocurre, que tememos al cambio por no saber actuar. A razón de que lo nuevo no es algo definido. Una forma de defenderse de lo desconocido es agarrarse a lo conocido y, consecuentemente, negamos lo nuevo. Espero y deseo que con la llegada de este “nuevo año” nos atrevamos a cambiar, o al menos INTENTARLO. Intentar acariciar la orilla de esos anhelos que invaden nuestro día a día.
Y como ejemplo, giro el timón de este escrito y realizo un “cambio” para aprovechar la ocasión y navegar por el “mar” del agradecimiento. Quiero dar las gracias a todos los que me leen, dejan su comentario y a los que se quedan empapados por mis pensamientos transformados en letras. A los que han puesto “cara” atreviéndose a ser seguidores de los pasos del agua que emana este arroyo. Y sobre todo, a mi BUENA amiga Nuke. Sin ella todo lo que aquí está expuesto no sería posible. Insistía en que este “humilde arroyo” debía nacer. Que había manantial suficiente para humedecer toda la frondosidad de este bosque.
Desearles a todos una FELIZ NAVIDAD y que la llegada de este año 2010 cumpla los anhelos más profundos.

martes, 1 de diciembre de 2009

LA MIRADA DE MI PADRE


El pasado viernes, último de este otoñal mes de noviembre, salí temprano de casa para dirigirme a mi trabajo, empapándome del eco del canto del gallo, es decir, terminado ya el gallicinio. Una vez sentado en el sillón de mi gélido coche, así lo bauticé porque la noche lo había abrazado con el relente. Encendí, como de costumbre la radio para escuchar la música que me activa en las horas matinales. Al llegar al primer “stop” tuve la obligación de dar paso a un vehículo, asomaban los primeros largos dedos del sol distorsionando mi vista, impidiéndome advertir quien se cruzaba en mi “camino” a tan temprana hora de la mañana. Una vez se instaló delante de mis retinas, mi corazón palpitó un poco más rápido de lo normal, era mi PADRE. Intercambiamos la mirada por medio de su retrovisor y su brazo se estiró alzando los dedos al viento formando un abanico con su mano, fue nuestra forma de darnos los “buenos días” y como manda la ley de la vida, él delante y yo detrás.
Mientras me dirigía al trabajo y seguía respirando el aire que rodeaba el sonido que salía de la radio, pensaba en la mirada de mi Padre. Se asemejaba a la de un padre satisfecho por haber sacado a sus hijos adelante. Un padre lleno de orgullo por haber cumplido lo que la naturaleza manda. Lo cierto es que nada puedo reprocharle a mi buen padre, quizá que pasó poco tiempo con nosotros mientras mi madre resolvía la ardua tarea de criarnos. Son pocos los recuerdos que tengo de ver sentado a mi padre en la grada mientras jugaba al fútbol, pues el trabajo le retenía un gran número de horas que le privaba de “compartir” muchos de estos instantes, pero hoy, paro, hago balance, y sí recuerdo disfrutar cada verano de esas vacaciones en el sur de nuestra redonda isla, que la nevera siempre se mantuviera llena para alimentar nuestros hambrientos estómagos, que fuéramos uniformados al colegio con nuestros respectivos libros, que pudiese entrenar con mis negras botas de 20 tacos y sobre todo, que siempre, repito, SIEMPRE, Los Reyes Magos vinieran a visitarnos a nuestro “hogar” cada año.
Hoy, como hijo sintiéndome tan orgulloso de que él sea mi Padre, le puedo dar aquella RESPUESTA que un día me maravilló escuchando en una entrevista a Zinedine Zidane, responder cuando le preguntaron - “¿cuál sería para ti el mayor éxito que podrías conseguir en la vida?”- y él contestó: “QUE MIS HIJOS PENSASEN QUE HE SIDO UN BUEN PADRE”.
La presencia en la infancia de un buen padre hace que el niño se sienta fuerte y protegido, tiene un pilar en el que puede apoyarse. Para los que somos padres, desde mi humilde opinión, tenemos que permitir que nuestros hijos cometan errores, porque son éstos los que les ayudarán a crecer como “personas”. No aceptaremos conductas erróneas repetidas a conciencia, pero sí tenemos que aceptar que nuestro hijo pase por determinadas situaciones para que pueda convertirse en un adulto.
Un padre debe tener la mente abierta para aceptar que su hijo no es igual a él, que los tiempos cambian y no podemos hacerlos a nuestra imagen y semejanza, sería un error. Tropezaría con los dictados de esta sociedad, quedando atrás en muchos sentidos. Considero que existe un factor muy importante, el de inculcarles el valor de las personas y objetos, de cuánto debemos apreciar lo que tenemos, cuánto trabajo supone no solo ganarlo, sino lo más importante: conservarlo y no sólo materialmente hablando.
Para los hijos no hay cosa tan valiosa como la de tener un buen padre, por lo que debemos tratar de ser tan buenos como podamos. La perfección no existe.
Deseo cerrar esta humilde dedicatoria hecha a los padres y sobre todo a MI PADRE con una frase que escuché en una película que tengo muy presente: “Gladiador”, donde Marco Aurelio, emperador de Roma, decía humildemente a su egocéntrico hijo: “Tus defectos como hijo, son mis errores como padre”.

sábado, 21 de noviembre de 2009

LA FE

Esta semana, visité como de costumbre la Basílica de San Juan para instalarme allí y orar. Es un momento donde encuentro paz y me reencuentro conmigo.
Desde hace tiempo me he abrazado al Budismo, aunque personalmente me considero como la “mayoría” de este mundo, un seguidor de Jesús. Como cristiano, he vivido con él toda mi vida, pero de un tiempo a esta parte me he convertido en un cristiano no exclusivista y no creo que el cristianismo sea la única religión aceptable, por más que sea mi “hogar”.
Budismo, hinduismo, cristianismo, el islam o la propia fe bahai, el mensaje esencial de todas las religiones es bastante parecido. Cada una, con su propia filosofía, sus propias tradiciones, se fijan como objetivo apaciguar los sufrimientos del espíritu humano. Poco me importa si tal religión es “superior” a la otra, lo que tengo en cuenta es la mejor que se adapta a mis expectativas, y supongo, que es lo que cada uno debe encontrar.
El caso, es que una vez terminé de exhalar mis súplicas, la quietud del templo se instaló en mí, incitándome a quedarme estático durante un tiempo en aquel largo banco de madera.
Segundos después, una señora ya entrada en edad, como pude percibir al ver su rostro, semblante marcado por las líneas del tiempo, cumplía su promesa arrastrando sus rodillas con paso muy lento. Al notar, que era cuidadosamente observada, me hizo una pequeña reverencia a modo de saludo. Esto me incitó a cuestionarme qué le había sucedido para que paseara sus rótulas por las primitivas piedras de la basílica. Qué cumplió la “imagen” del Santísimo Cristo de Telde, para que esta señora desfilara su paso por la alfombra roja (y no la de Hollywood) en dos ocasiones.
Una vez terminó su promesa, se quedó mirando fijamente a la estatua del Santísimo Cristo, hecho de pasta de millo por los indios tarascos de México, que aterrizó en nuestra ciudad entre los años 1550 y 1555. Hipnotizada por el Santísimo se persignó como diez veces consecutivas, gesto que generó aún más mi inquietud por saber de su fe.
Evidentemente, no supe qué le hizo llegar hasta la imagen, intuyo una promesa, pero dejó con su paso, una reflexión en mí para desmenuzar: la FE.
La fe sin duda se trata de un concepto abstracto de muy difícil definición. La creencia propia de la fe, hace del asunto creído algo tan fuerte, que adopta el carácter de verdadero, aún sin ser comprobado. En la Biblia, encontramos una definición muy acorde a como quiero desde mi perspectiva explicarla, dicha definición se encuentra en Hebreos 11:1 y dice lo siguiente: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
Tener fe es aceptar la palabra del otro confiando en su honestidad. Así ocurrió con los grandes profetas. Sus seguidores les creían porque tenían conocimientos sobre lo que profesaban, eran personas capaces de predecir acontecimientos y hablaban por inspiración divina, o en nombre de Dios. Buda, Jesucristo, Krishna, Mahoma, Baha’u’lláh son algunos de los mensajeros de Dios, según sus respectivas religiones.
Modestamente tengo mi opinión sobre la fe, y nada tiene que ver con la esperanza porque muchos creen que es lo mismo, para mí, la fe se encuentra en el momento presente, mientras que la esperanza se haya en el futuro. La fe es lo que nos proporciona seguridad. Fue la conclusión que saqué cuando abandoné la basílica después de desmenuzar el acto que aquella señora “profesó” durante mi estancia en la iglesia.
Se dice que la FE, es como una brújula en la tormenta y en la niebla. Modestamente creo que cada uno tiene su particular brújula interior. Si tú eres de los que ya has encontrado la tuya, ¿hacia dónde giran sus agujas?

viernes, 13 de noviembre de 2009

¿RAZÓN O PASIÓN?

En los momentos en que necesitamos tomar una decisión importante, es mejor confiar en el impulso, en la pasión, porque la razón generalmente procura alejarnos del sueño. Justificando que aún no ha llegado la hora.
La razón teme a la derrota, mientras que la intuición ama la vida y sus desafíos".
Tropecé con este relato hace más de cinco años en un libro que me regalaron.
Siempre que abría el ejemplar para ojearlo, repasaba la reflexión antes mencionada, masticándola sin poder tragarla: es difícil elegir entre razón y pasión.
Modestamente opino que el motor que puede “empujarte” a dar ese paso para cruzar la línea que muchas veces te mantiene lejos de tus anhelos más profundos, es la pasión.
Ser apasionado no es un trastorno, siempre que actuemos con la cordura del corazón. Se encuentra estrechamente vinculado a comportarnos de manera más emocional que racional. No en vano, el refrán popular dice: "Lleno de pasión, vacío de razón". Esto implica que cuando una persona se siente apasionada por algo o alguien, tenderá a reaccionar más con sus emociones que razonando objetivamente, pensando o planificando acciones para alcanzar sus metas, que de ser así, seguramente no las alcanzaría. Sólo las emociones, la pasión, te acercará a tu SUEÑO.
“¿Qué anhelo puebla tu mente y aún no has cumplido?”

miércoles, 4 de noviembre de 2009

A MI BUEN AMIGO PEDRO FLEITAS GONZÁLEZ


El pasado viernes a la hora en que la tarde se iba desmayando, salí a pasear con mi perra. Ese merecido tiempo en el que el animal, sacia sus necesidades tanto biológicas como emocionales, y yo, mientras, me siento a ver en el horizonte como se funden mar y cielo y se transforman en uno.
La sábana oceánica, mantenía una calma fuera de lo normal en estas fechas. En ese preciso instante, un barco rompía la serenidad del agua que rodeaba la costa. Al ver como esa embarcación con su paso dejaba su rastro atrás, formando una línea que dividía en dos la quietud del mar, lo comparé con el rastro que dejamos los seres humanos en nuestro paseo por la vida. Todos dejamos una huella, algunos de forma muy superficial y otros tan profunda que nos perdemos en mirar el hueco que han cavado en su andar diario, como es el caso de mi buen amigo Pedro Fleitas González.
Este lunes visité como suelo hacer con frecuencia su consulta. Para quienes no lo conocéis, os diré que además de homeópata, acupuntor, buen conocedor de toda clase de terapias orientales, e instructor de la Bujinkan Dojo, Pedro es un ser humano sin precedentes, es mi forma de valorarlo. La razón es simple y llanamente que es una persona abierta al diálogo, sabe escuchar, y desde mi perspectiva, encontrar a alguien que lo haga desinteresadamente hoy día, es rozar el cielo con los dedos. No es una persona que dé consejos gratuitamente pero “aplica” con sutileza una frase que le he podido escuchar: “No hay que enseñar al alumno aquello que puede aprender por él mismo. Pero si el alumno todavía no tiene desarrollada la visión hay que mostrárselo.”
De un tiempo a esta parte, mi relación con Pedro se ha fundido como lo hace la cera provocada por la llama. Pisé “su nuestro” tatami hace unos 20 años para empaparme de las artes marciales impartidas por él. Con el tiempo se agudizó una fuerza dentro de mí, que hizo que mis pies dejaran de pisar el “tatami” para pasear por los campos de fútbol de nuestra redonda isla.
“Lo que la vida te quita por un lado te lo devuelve por otro”, conmigo se cumplió. Las lesiones deportivas producidas por el deporte rey me llevaron nuevamente a las manos de mi buen amigo y terapeuta.
Desde entonces, Pedro ha estado en mi vida de una manera u otra. Ahora le siento más cerca. Nuestras largas conversaciones, su altruismo solidario conmigo…han hecho que nos veamos con lupa, todo se ve más grande, transparente y se “ensancha a lo largo”. Siento y puedo sentir por su parte, que cuando compartimos tiempo nos vemos como “amigos”. Le hablo y él me habla, nos abrimos sin miedo a que uno de los dos pueda utilizar la intimidad entregada. Siempre he oído que “dar información es dar poder”, por ello, cierro más que abro el grifo de mi vida personal. Pedro logra con su “llave” abrir mi manantial, consiguiendo que me olvide de aplicar aquella frase que me retiene en otras ocasiones, con otras personas, emanando toda mi agua para llenar la “presa” de sus oídos y de su alma.
Quiero como manda el haberme criado en un buen caldo de cultivo, agradecerle a la vida las cosas que me regala, buenas o malas. Las no tan buenas, las suelo desechar una vez hayan pasado por mi filtro, para quedarme con la parte positiva de ellas, y con las bondadosas como es el caso de mi relación con Pedro, como anteriormente mencioné, agradecerle al UNIVERSO que me haya dado la oportunidad de vivirlas, de exprimirlas…
-“Ábrete a la no- existencia del yo.” Me invita a sumergirme cuando alguien invadido por la ira, la rabia, la envidia…se dirige hacia mi persona de forma destructiva cuando publico, y no haciéndolo hacia el escrito, como debería de ser.
Abrirse a la no-existencia del yo es desapegarse del mismo. De esa manera logro no apegarme a nada y desprenderme de los comentarios hirientes.
Para cerrar os propongo el siguiente ejercicio relatado en uno de los libros de Jorge Bucay, para la reflexión y conclusión. Consta en apuntar en un folio una lista de las personas que te importan, (no incluyas ni padres, ni hermanos, ni hijos, ya sabemos que nos importan más que nada). Una vez terminada la lista de las quince, ocho, dos o cincuenta personas que hayas apuntado, probablemente confirmes lo que ya sabías. Dale la vuelta al folio, y sin ver la lista anterior, anota los nombres de las personas para quienes crees ser importante en sus vidas, dicho de otra manera, la lista de aquellos que te incluirían en su lista. Puede ser que esta tarea te confirme que hay personas a quienes queremos, pero quizá mucho más doloroso, será descubrir la existencia de los que no nos quieren.
Estoy seguro que Pedro me añadiría en su lista y yo a él, sin duda.
¡Gracias infinitas Pedro, por todo!

jueves, 22 de octubre de 2009

CADA UNO CONSIGO Y JUNTOS A LA VEZ


Se cuenta que dos amigos atravesaban un bosque cuando apareció un enorme oso. El más rápido de los dos huyó sin preocuparse del otro que, para salvarse, se tiró al suelo simulando estar muerto.
El oso creyéndolo muerto, lo lamió y se fue. Parecía como si le hubiese dicho algo.
-¿Qué te ha dicho? -le preguntó el huidizo.
-Sólo me ha dicho que no me fíe de los “amigos como tú”.
Como viene siendo habitual, me gusta comenzar el tema a exponer poniendo de aperitivo, un cuento relacionado.
El pasado fin de semana como de costumbre celebré mi ritual, un paseo con mi perra por la gran avenida costera que bordea nuestra ciudad de Telde. Al comienzo del trayecto, me tropecé con dos amigas y sus respectivos hijos a golpe de pedal en sus bicicletas. Los niños, estimulados al ver a la perra abandonaron sus pedales y corrieron junto al animal. Éste no paraba de mover el rabo, señal de alegría y de que entre ellos existía una conexión “fuera de lo humano”.
Como el destino nos llevaba en la misma dirección, fuimos a la par, charlando y viendo el juego de los niños. Uno de ellos, al que más respeto le imponía Moli (así se llama mi perra), se agarraba a la pierna de su madre, como si de un bote salvavidas se tratase. Fue entonces cuando se me ocurrió cogerle de la mano y darle las riendas de la perrita. El “temor” desapareció enseguida. “Dicen que los niños tienen el don de saber que seres realmente les quieren, un don que con el tiempo se va perdiendo”.
Mediante la correa que los unía, continuaron caminando cabizbajos, pensativos, “cada uno consigo y juntos a la vez”. Al mirar esa escena, contemplé uno de los pocos momentos en los que la naturaleza se expresa libremente y me pobló el típico pensamiento: “el perro, el mejor amigo del hombre”. En cuestión de segundos esa vivencia hizo que me invadieran miles de pensamientos relacionados con la amistad.
Quizás sea una de las relaciones interpersonales más comunes que la mayoría de las personas tenemos en la vida. Se da en distintas etapas y en diferentes grados de importancia y trascendencia. De la misma manera que existen amistades que nacen a los pocos minutos de relacionarse, hay otras en cambio que tardan años en hacerlo. Esta claro que debido a estos matices, no todos tenemos el mismo concepto de AMISTAD. Para mí, nace cuando dos personas o una y en este caso el perro, encuentran ante todo y sobre todo inquietudes comunes. Con capacidad de cuidarse y cultivarse “activamente” en el transcurso del tiempo, en una serie de virtudes comunes para ambos: sinceridad, franqueza, respeto y generosidad… Entre ellas subrayo una a la que particularmente valoro y doy mucha importancia, que es la ACEPTACIÓN, sin pretender jamás adueñarse de la voluntad del otro. Destaco ésta porque considero que ninguna otra relación, respeta tanto la libertad del otro como LA AMISTAD.
Muchas de las imágenes que durante el paseo se instauraron en mi retina viendo al niño con el perro, fueron la mejor representación de la esencia de la AMISTAD que inmediatamente surgió entre ellos, esa obediencia y quietud a la vez, que es capaz de transmitir en este caso el perro sin necesidad de pedirla, esa complicidad que invita a ver la vida siempre como un juego. La verdadera amistad es desinteresada, pues más consiste en dar que en recibir, lo cual no implica que no sea necesaria una
correspondencia, un afecto y una benevolencia mutuas, como pude presenciar en este paseo. Llevado al plano entre personas, sólo cuando una amistad es de verdad, tiende ésta a hacerse más fuerte, no dejándose corromper por la envidia, no enfriándose por las sospechas, y creciendo en la adversidad. Lo comparo con MI AMIGO EL PERRO porque él es un claro ejemplo al estar siempre predispuesto al reencuentro, acompañándome incondicionalmente en cada uno mis naufragios, aquilatando mi soledad en muchos malos momentos, animándome cuando la angustia me ensombrece invitándome a uno de estos mágicos paseos, regalándome toda su atención y su lealtad.

jueves, 15 de octubre de 2009

LA PROSTITUCIÓN

Días atrás sentados en una terraza de mi ciudad (Telde), mientras mi hermano y yo tomábamos café, no pudimos evitar oír a unos “individuos” que lindaban con nosotros compartiendo cenador, cómo criticaban a una mujer por su anterior profesión, que en ese instante pasaba por allí. Por lo que mis oídos pudieron escuchar, esa mujer había ejercido la prostitución. Estaba “marcada” por la sociedad. Iba acompañada por una niña de unos 3 añitos, que cogida de la mano no paraba de sonreír y dar saltos, signos de sentirse feliz al lado de su madre.
La curiosidad me invadió, si fuese cierto lo que escuché, reitero, SI FUESE CIERTO LO QUE ESCUCHÉ: “¿qué llevaría a esa mujer a dar esos pasos?” “¿Qué le motivó a tomar esa decisión?” Quizás sus necesidades, su vacío existencial, carecer de medios para vivir, no encontrar trabajo para alimentar a su primogénita, quizá lo hiciera por placer, la cuestión es que sólo ella lo sabe y yo no la voy a juzgar.
Al ver que iba acompañada por una menor, intuí que lo había hecho por necesidad, por una causa de fuerza mayor. No sé que será más triste, si las razones que la llevaron a ejercer la prostitución, o la de estas otras mujeres que ejercen de forma libre, voluntariamente y sin motivo ni razón alguna, la crítica (deporte por excelencia en España).
“Ahora está casada con fulano de tal, su marido, pobre hombre”, eran las críticas destructivas que tronaban en aquella mesa.
Hoy quiero dedicarle este “pequeño y humilde” recordatorio a esa mujer criticada y a todas aquellas que dan respuesta al deseo sexual de muchos hombres. Considero que inconscientemente mucho más importante en la mayoría de los casos, se entregan para cubrir la necesidad de afecto y comprensión de aquellos desalmados cuerpos masculinos que demandan un alivio a la soledad y a la incomunicación. De hecho datos estadísticos revelan que los hombres que acuden a estos servicios les caracterizan en el 90% de los casos una baja autoestima, exceso de ego y a menudo rasgos de sumisión que pretenden canalizar demostrando ser dominadores en estas citas.
La prostitución considerada la profesión más antigua del mundo, es una vida en contra del instinto, tan en contra del instinto como la de una monja. Aunque quizá una prostituta pueda entrar en el cielo antes que una monja, tal vez pues ésta, a fuerza de “vivir y de conocer” la vida, puede llegar a amar, pero la monja por buscar sólo a Dios, quizás se olvide de amar al resto del mundo.

miércoles, 7 de octubre de 2009

LA FELICIDAD


Comentó una vez un gran escritor y psicoterapeuta (no lo digo yo) que hoy, muchos años después y con algunos caminos diferentes recorridos, sigue sin encontrar la formula de la felicidad, quizá por eso, sigue creyendo que no existe y agrega algo más, sospecha que quizá no deberíamos perder demasiado tiempo en buscar la receta. Está convencido de que sería más que suficiente ocuparnos mejor, más sanamente y con vehemencia de todo aquello que nos impide ser felices.
Felicidad: tarea ardua la de definir este concepto, o por lo menos para mí. Todos hemos tendido siempre a perseguir la felicidad como una meta o un fin, como un estado de bienestar constante, (lo único que es permanente es el cambio), creo que la felicidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos en el día a día, y quizá su principal característica sea la insignificancia, su capacidad de aparecer y desaparecer de forma perenne a lo largo de nuestra vida.
¿Dónde buscar la felicidad? Tal vez en acontecimientos externos, materiales o en nuestro interior. Aún hoy es difícil responder a esta cuestión.
Bajo mi punto de vista y desde que me he empapado de una filosofía de vida, de una ética laica como es el budismo, (y no quiero decir que sólo esto me haya llevado a verlo, simplemente ha actuado como lupa) percibo que dedicamos gran parte de nuestra vida al trabajo, a adquirir objetos, a nuestras amistades... convencidos que les necesitamos para ser felices. Sin embargo, cuántos dolores de cabeza nos da buscar ese trabajo, y luego el trabajo en sí mismo; mantener el coche que nos hizo tan felices ( las multas, los aparcamientos, los pequeños o grandes accidentes), nuestros amigos, la familia, nuestra pareja... En todo eso encontramos momentos de gran felicidad, pero también muchos problemas y mucho dolor". BUDA opinaba que cualquier cosa que es causa de felicidad no puede ser causa de sufrimiento: sería incompatible.
Todo esto forma parte de nuestra vida y está bien que así sea, pero considero que debemos tener un motor interno capaz de activar nuestra felicidad percibiendo las cosas pequeñas de la vida. “Matthieu Ricard”, fue sometido a 256 censores y decenas de resonancias magnéticas a lo largo de varios años por especialistas en neurociencia afectiva para validar un experimento. Allí donde los niveles en los “simples mortales” eran muy altos, -estrés, coraje, frustración, ira, odio - en el cerebro de Ricard, estas sensaciones negativas sencillamente no existían. Por el contrario, ahí donde la mayoría de voluntarios mostró bajísimos niveles -satisfacción y plenitud existencial- , Ricard superó todos los índices. Los especialistas en neurociencia afectiva le nombraron “el hombre más feliz de la Tierra”. A sus 61 años, quien hoy es asesor personal del Dalai Lama tiene una vida digna de un guión de cine. Biólogo molecular, hijo de un filósofo ateo, dejó su carrera para abrazar al budismo.
-¿Una bonita casa en la playa? Matthieu Ricard prefiere el monasterio apartado de toda civilización donde vive, en las montañas de Nepal.
-¿Una cuenta bancaria boyante? Ha entregado todo el dinero de las ventas de sus libros a la caridad.
-¿Quizá un matrimonio “bien avenido” o una excitante vida sexual? Tampoco: a los 30 años decidió acogerse al celibato y dice cumplirlo sin descuidos.
En realidad, Matthieu Ricard carece de todas las cosas que los demás perseguimos con el convencimiento de que nos harán un poco más felices. Y sin embargo, este hombre, es considerado más feliz que usted y que yo. Mucho más feliz. El más feliz.

martes, 29 de septiembre de 2009

¿LA LIBERTAD ATRAPA?

Cuando salió a la luz pública la película “Cadena Perpetua”protagonizada por mi actor favorito: Morgan Freeman acompañado por Tim Robbins hubo una escena que me hizo reflexionar acerca de la libertad. Para los que no habéis visto la película, os contaré muy brevemente el tramo que anteriormente mencioné y que caló fuerte en mi retina para quedarse anidado.
A uno de los presos que llevaba allí toda su vida y ya entrado en edad, le dieron la “condicional”. Al salir, la vida había llevado su curso y las nuevas tecnologías habían hecho lo propio. Era un ser humano con una vida entre rejas y al encontrarse con un cambio tan intenso, la libertad se le hizo muy grande. Era “alguien” dentro de aquella prisión, fuera, ni la sombra de lo que dentro significaba. Su decisión fue la de suicidarse. No supo volar, claro que siempre “creyó” ser libre en la rama de aquel árbol. Fue preso de su libertad.
Desde hace mucho, he venido escuchando personas aseverando con total autoridad, seguridad y supuesta claridad, postulados acerca de la libertad, que ésta se consigue tras el éxito, el dinero, la madurez, la autonomía del ser…pero ¿a qué libertad se refieren? ¿a una libertad condicionada? Me puse a pensar y a tratar de digerir algo que no me cuadraba y no me convencía en absoluto: “¿Tendremos realmente la autoridad plena de hacer o no lo que queremos?” Por más vueltas que le di al asunto, un "no" fue la única respuesta.
He intentado experimentar con el significado de libertad; intenté hacer cosas fuera de cierto patrón: ir de improvisto a algún lugar, escuchar música a la hora que quisiera, cosas muy básicas, meros baladíes. ¿Fui libre de hacer lo que quise simplemente porque así me pareció? Obviamente, obtuve otro "no" como respuesta.
Pues era una cuestión de lógica, la vida en sí es regida por varios patrones, están las leyes, las normas de convivencia social, sagradas o religiosas (para aquellos que son creyentes), cuestiones morales y éticas provenientes de la familia, círculo de amistades, de lo laboral y un sin fin de otras normativas. Todo está programado, por así decirlo. Si dijese que mañana lo quiero dejar todo e irme a un país de ayuda humanitaria, muchos dirían que estoy loco. El miedo a desprogramarte de esta sociedad tiene un peso enorme, pero, sólo nos sentiremos libres, si dejamos de sentirnos condicionados por todo lo mencionado anteriormente.Tú eres el que ha de elegir tu propia reacción, frente a las cosas, situaciones y personas. Vivir libremente, siendo dueño de uno mismo, es no dejarse llevar ni por persona ni situación alguna. Saber que nada ni nadie tiene poder sobre uno ni sobre sus decisiones.
El ser humano sabe por sí mismo lo que está bien o mal, pero realmente ¿que está bien o mal? Quizás es lo primero que hemos de dejar de preguntarnos, porque entonces ya no eres libre de pensamiento, estamos cuestionando. ¿El miedo cuestiona? Si, naturalmente, y además paraliza, no dejándonos ser libres. El pensamiento se sujeta al miedo y no permite la libertad.
Para mí, sentirme libre, sería estar liberado de cualquier enfermedad física, mental, y de cualquier estructura social, que me impida hacer en el momento que me invade el impulso, lo que deseo.

lunes, 21 de septiembre de 2009

LA FORTALEZA ESPIRITUAL


“Al llegar al Tibet, una joven pidió prestado un espejo a fin de arreglarse y verse más presentable. A pesar de todos sus esfuerzos, relata lo siguiente: "Nunca olvidaré mi apariencia; algunas de mis amistades no me reconocían". Debido a que había vendido su propio espejo a un monje budista a cambio de un trozo de carne de yack, ella no había pasado el tiempo contemplándose; ahora ni siquiera reconocía su propia imagen. Era una persona diferente, tanto por dentro como por fuera. Durante el trayecto por cadenas montañosas y enormes privaciones, ella se había forjado una profunda convicción; su fe había sido probada y su conversión era firme; había sido refinada en aspectos que el mejor espejo no podía reflejar. La joven había suplicado recibir fortaleza y la había encontrado: en lo más profundo de su alma”.

Elegido este cuento budista no de forma casual para comenzar mi reflexión acerca de la “fortaleza espiritual”, donde Siddahartha Gautama (Buda) fundador del budismo enseñó al mundo la posibilidad de liberarse de todo sufrimiento a través del Nirvana (el camino hacia la Iluminación). Así nos muestra que todos los seres humanos tienen el potencial interno de lograr el cese de su sufrimiento y comprender la naturaleza humana. De ahí, que desde mi modesta opinión la fortaleza espiritual sea tan trascendente en su presencia como amenazante en su ausencia. En este sentido, la carencia de toda fortaleza moral interna podría empujar a cualquiera a la búsqueda de sustitutos que le aporten desde fuera el respaldo que no encuentran dentro, el prestado coraje o la falsa seguridad que necesitan para seguir adelante. Demasiadas veces esa alternativa la ofrece una adicción. Cualquiera que sea la droga elegida - alcohol, sexo, trabajo, otra persona…el adicto deposita el poder, la energía o la fortaleza en "eso", de lo cual depende para sentirse bien, no obstante, las adicciones no dan fortaleza, solamente generan la vana ilusión de sentirse fuerte o seguro y terminan, tarde o temprano, destruyendo la poca fuerza interior que quedara en el adicto. Buscar fuera, lo que en realidad deberíamos encontrar dentro nunca es una buena idea.
Ésta es la clase de flaqueza interior de la que quisiera hablar. No tenemos que vivir mucho tiempo para descubrir que la vida casi nunca resulta como la planeamos. La adversidad y la aflicción llegan a todos. ¿Conocen a alguien a quien no le gustaría cambiar algo de sí mismo o de sus circunstancias? Y sin embargo, estoy seguro de que conocen a muchos que siguen adelante con fe. Uno se siente atraído hacia esas personas, es inspirado por ellas e incluso fortalecido por sus ejemplos.
Hace unos tres años, mi hermano mayor viajó en una expedición militar a Lourdes. Cuando aterrizó de vuelta, lo hizo invadido por una gran fe. Me extrañó, él siempre había sido una persona muy terrenal, pero aquel viaje le cambió la forma de vivir su FE. Relataba como las personas llenaban todo tipo de jarras de la fuente. El agua de la gruta es símbolo de algo milagroso. Una fuente y agua espirituales que nos limpia y renueva por dentro dejándonos en el corazón un pozo de alegría profunda. Claro que el factor psicológico es muy importante, pero no quiero entrar en ese detalle, no deseo desviar el tema, porque hasta a mí me está gustando escribirlo. Describía como hasta los más avanzados en edad, empujaban a los que en silla de ruedas iban a ver la “imagen milagrosa”. -¡Era increíble! esa fue la frase que más repetía…
Después de oír su relato, me quedé pensando que todas esas personas estaban motivadas por algo interno: La Fe, simbolizada por una imagen, la virgen de Lourdes. ¿Pero y la persona pobre de espíritu que no le mueve ningún dogma? Quien nada lo motiva más que una adicción efímera. Son muchos como anteriormente relaté, los estimulados por una ilusoria esperanza, como un sustituto del yo, que cuando se desvanecen, terminan por venirse abajo, por derrumbarse.
Entrecerrando puertas cuestiono: ¿cómo salir de ese pozo sin una fuerza interior?